Editorial Alaire

Rafel Calle escribió:Hermoso trabajo, amigo Ramón.
Abrazos.

Carmen Pla escribió:Un espectacular poema que sin duda atribuyen tus dotes y tus dones.
Sinceramente, me ha sorprendido, y es que cuando algo sorprende se queda en la retina.
Siempre es un placer pasar y degustar tus letras.
Un abrazo, Ramón

Armilo Brotón escribió:Unas bella imágenes, que sostienen mi atención a lo largo de tus versos, me llevan a meditar sobre las veces que he sentido la pesadez de seguir caminando. Todo un acierto de poema.
Un abrazo

Àlex Gállego escribió:Me gustó mucho la lectura del poema. Lo sentí redondo; intuitivo y pensado; alto y ancho; horizontal y hondo. Gracias.

Saludos

Àlex

Ricardo López Castro escribió:Esto es un señor poema.
Con todo tipo de reflexiones e imágenes increíblemente hilvanadas a fin del propósito existencial.
Me ha encantado, me ha gustado mucho, mucho.
Gracias por compartirlo.

Lunamar Solano escribió:Profundidad que desahoga y fortalece el cantar del alma querido amigo...
Muy bello leerte...te abrazo con todo mi cariño...
Nancy

Ramón Carballal escribió:Mis pies son oblongos, pesados,
con frecuencia se preguntan por el hilo
de su origen sin temer al futuro
que vendrá.

No me importa el lastre
si la templanza es una flor en la conciencia,
si la verdad no huye
con el perfil de la exigua nieve,
si hay una doblez
que no quiero esgrimir como ceniza,
si tú misma eres la antorcha en que fijo mis espejos,
si el código blanco, alfil de la herencia invisible,
aún me posee con su círculo de amor
y su justicia exacta.

Sé que la duda jamás crecerá en mi noche,
todavía las rodillas rotas me dicen
que la luz a veces golpea como el hierro,
porque pesa, porque ningún dios ampara
la terrible fragilidad de sufrir lo inane,
la convulsión, el ejército dócil que se disfruta
con el instinto en los párpados
y esa lujuria y esa sinrazón que se vuelve coro
y sinalefa de todos los arbitrios,
Arcadia del músculo donde nada es nada
y nadie es nadie.

Óscar Distéfano escribió:

Ramón Carballal escribió:Mis pies son oblongos, pesados,
con frecuencia se preguntan por el hilo
de su origen sin temer al futuro
que vendrá.

No me importa el lastre
si la templanza es una flor en la conciencia,
si la verdad no huye
con el perfil de la exigua nieve,
si hay una doblez
que no quiero esgrimir como ceniza,
si tú misma eres la antorcha en que fijo mis espejos,
si el código blanco, alfil de la herencia invisible,
aún me posee con su círculo de amor
y su justicia exacta.

Sé que la duda jamás crecerá en mi noche,
todavía las rodillas rotas me dicen
que la luz a veces golpea como el hierro,
porque pesa, porque ningún dios ampara
la terrible fragilidad de sufrir lo inane,
la convulsión, el ejército dócil que se disfruta
con el instinto en los párpados
y esa lujuria y esa sinrazón que se vuelve coro
y sinalefa de todos los arbitrios,
Arcadia del músculo donde nada es nada
y nadie es nadie.

Qué saludable es leerte así, amigo. Tu poema de carácter reflexivo tiene el respaldo de un enorme cúmulo de recursos, que lo elevan a un lirismo emocionante. Poesía de la madurez, del hallazgo feliz verso tras verso. Mis aplausos de lector agradecido. Este domingo-

Un abrazo fuerte.
Óscar