Editorial Alaire

Ventura Morón escribió:Esta carta se llena musicalidad con tu manera excelente de darle ritmo. Siempre me gustan estas historias, tengo una gran colección de cartas y documentos que encontré flitrados en una biblioteca familiar...no imaginas todo lo que allí hay, un día te lo cuento...

Esa España que se nutría de la emigración y viceversa, cuando no había la información que tenemos hoy, con tantos medios.
Me ha encantado venir amigo, y descubrir esta bella historia

Abrazos

Rafel Calle escribió:Belle, emotivo y musical trabajo de V´íctor.

J. J. M. Ferreiro escribió:Entrañable!!! Simple y llanamente entrañable esta nostálgica y conmovedora recreación de un pasado colonial y decadente, descrito con mano maestra y límpida ensibilidad.

Uno de los textos tuyos que más me ha llegado

Todo un placer de lectura, querido amigo. Ya queda menos para probar ese vino

Un fuerte abrazo

Pilar Morte escribió:Me ha gustado como has buscado en el pasado tu vida a través de otras anteriores. Un gusto leerte
Besos
Pilar

Josefa A. Sánchez escribió:La carta como puerta a otros mundos, al pasado y a ti mismo. Ingenioso recorrido para una propuesta llena de ternura y belleza. Me ha gustado mucho.
Un abrazo.
Pepa

Víctor F. Mallada escribió:La carta

En la clandestinidad de un baúl desarrapado,
escondido entre las páginas
de un libro empastado en piel,
encontré un sobre añoso,
con sello sin fechador y la faz de Alfonso XIII.

El remite… de ultramar;
dentro, una carta a plumilla,
con letra tirada, escrita levemente en diagonal
sobre papel satinado y dos frases lapidarias:

“Te espero, ya sabes donde, cuando repiquen al Angelus
las campanas de San Juan y haya vuelto el Paquebot.
Quien quiere comerte a besos”…

Firmado: R del C.

Busqué en otros recovecos del desván de los abuelos,
en listas de pasajeros, en registros bautismales;
pregunté a los familiares sin obtener más respuesta que…
él era muy buena gente, caballero, reservado
y que nunca se casó.

Que volviera de ultramar muy a finales de siglo;
con dinero y un chaval de rasgos algo tainos,
un suave acento boricua y muy tímido en la mesa.

Al chico lo conocí en fotos de mi niñez ya convertido en abuelo;
contaba muchas historias, sospecho que idealizadas,
de un Caribe bullanguero perdido por la impotencia
de una España desangrada.

(El abuelo nunca me habló de su madre
y yo nunca le pregunté que quién era, por qué no estaba
presente en nuestras conversaciones).

A él lo quise con locura mientras vivió con nosotros
y, hasta el final de sus días, el autobús era “guagua”
los “bochiches” cotilleos y las “jumas” borracheras.

Aún sueño con él, despierto:
enjuto, pausado, altivo, algo pillo con las damas
y guardián de su familia hasta, incluso, por encima
de lo que marca la ley.

El baúl que había en su casa… era de mi bisabuelo;

La carta............................................. no se de quién.


Víctor F. Mallada

jose manuel saiz escribió:Qué interesantísima historia y qué bien contada. No sé qué daría porque me ocurriera algo así. Bravo, amigo.
Un abrazo.
J. Manuel

Ana Muela Sopeña escribió:Preciosa historia, Víctor:

Los antepasados siempre guardan algún que otro secreto.

Me ha encantado
Besos
Ana

Mirta Elena Tessio escribió:

Víctor F. Mallada escribió: [/b]

La intriga que te lleva a sondear los recuerdos con rostros, un encuentro, una cita de amor.
Me ha gustado lo que haz escrito y me llevo esto:


“Te espero, ya sabes donde, cuando repiquen al Angelus
las campanas de San Juan y haya vuelto el Paquebot.
Quien quiere comerte a besos”…


Un saludo cordial.

Celia Puerta escribió:Preciosa y entrañable esta historia que aquí nos dejas, Víctor.

Un abrazo.