Rosa Marzal escribió:Daban las doce en punta
en los abecedarios del recuerdo,
daban las doce en punta
y sangraba el pecho
de diez campanas mudas.
Era tan grave el trance,
tan extremo ese gesto de morirnos
así,
cruzando a tientas
las vías de un silencio enmascarado,
desempolvando viejos trenes detenidos
largo tiempo
en las vísceras del llanto,
que anudábamos nuestras venas
a la desangelada sombra
de una estrella.
Tú llovías de improviso,
proyectabas el llanto
de tu alma tras los cristales blancos;
en mis dedos un grito, en tu cerebro pájaros
oteando los restos de un cadáver
de fuego.
Quisimos domesticar una lengua de agujas,
ahuyentar a las moscas fieras
de la muerte
tú y yo,
cada uno en un extremo de la cuerda
del miedo, cada uno
castrando mil suicidos con arpegio de esperas
sobre violines de luz
deshabitada.
Vivimos muriendo y tu poema resuena e nuestro interior con su marcha nupcial en medio del entierro y su funesto temor amena. Pero es su punzante delirio lo que más me conmueve en el silencio, esos trenes detenidos simbolizando quizá lo obsoleto y lo irrenunciable del reemplazo, sería justo vivir eternamente y habitar el infinito espacio y alcanzar el desarrollo metafísico ( por falta de mejor palabra) vivir 900, 100, 000, ViViR! Tu poema recoge esos sueños inexorablemente, dolorosamente. Abrazos, ERA