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Siempre quise ser zíngara y subirme a un oso,
darle miel y un cromo de la Madre Selva.
Y bailar descalza al son del pandero
el sueño de olivos sobre la joroba de una ó dos dunas
y que se extendieran, como los bostezos del lobo a la luna
y pisar la arena y ser la deriva hasta el horizonte,
ése que es mentira, que nunca se allega por mucho que nades.
Y llevar cien cintas cogidas al pelo y trescientas faldas,
algunas ajorcas que tintinearan mis pies al romero ,
beberme la lluvia, estrechar la mano a Don Nomeolvides,
y el Galán de Noche lanzara piropos y hacerme la tonta
para que siguiera la ronda de flores como diadema silvestre de olores.
Y a pesar de todo, aún no descarto ser Concha La Zíngara.
(Enero 2009)
(Y digo "creo" porque no sé qué tal me llevaría con el Oso, ni si me armaría demasiado lío con las cintas al pelo y el Galán de Noche se me pondría celoso y cosas así, de todas formas, por descartar, no voy a descartar nada. Concha dixit)