
Dormir sin ataduras
con las hebras del pelo sufriendo un temporal
de nubarrones y viento
Bordear quimeras en la incertidumbre del túnel
para sentir el frío
que penetra el pecho y los pulmones
en la amplitud del reloj que envuelve de quietud
los pliegues del silencio
Abierta a la noche
a la provocación que fluye y que desciende
hasta el rincón de los sueños