
Se me perdió la huella de tu alma,
y de mis lágrimas broto el adiós eterno.
Se me quemaron las alas en un vuelo
y de mis ansias queda el desconsuelo.
Tu ausencia de milenios me asesina
pero tus besos los llevo labrados en mi pecho.
Y de ese mar, Valenciano, he recibido
los mensajes de tu boca y de tus sueños.