
Qué amarilla es la luz
en la cripta que enluta el sentimiento
cuando la voz dormida de la frente,
entre ojivas de sueños,
se escapa de la savia de la vida.
Es sombra que se teje
bajo el yugo del miedo esclavizado,
que castiga los labios del destino
con el llanto que llueven los silencios.
Se percibe el frío
en las noches espesas del olvido,
y el hombre, frágil vidrio del deseo,
renueva el tobogán de su zozobra
con pálpitos de cisne
hacia el fin de un camino equivocado.
*Andros