Ramón Carballal escribió:
No ames al murciélago que usó blasier
o anuncios en su espiga de asombro.
Ya sé, tu verano es una plaza roída por los álamos,
con su esqueleto sin mensaje y sus enaguas de flor animal.
Tu verbo rompe troyas, con el hilo de aracne,
y los ojos sonámbulos de Edipo.
He robado cafés, por designio del invierno,
por tener tu escultura en mi bordillo de azar.
Miro los árboles, no me pertenece su alba, su omoplato de luz.
Tengo cincuenta años y un enjambre de párpados
que recorren tu espejo, piel de ráfaga, incendio oscuro.
Todas las pantallas anuncian el final, tus labios firmes dibujan un travelling,
sin querer, como rocío o haz de niebla.
Vuelvo a las galerías, su música es un reloj de plata.
Más allá de tu sombra las estaciones conocen el frío,
lengua sobre lengua tu cáliz de aromas.
Los violines nos muestran hojas sin pretérito,
y eso no está nada mal, pero yo recuerdo una canción sin orillas,
el furor de los trenes en tu pupila invencible,
así como un segundo de pájaros, igual que la noche del búfalo
y su astilla
o su columpio de éxtasis.
Hace unos días escuchaba unas opiniones según las cuales la poesía es algó así como la sorpresa que uno experimenta cuando junta dos palabras que por pertenecer a categorías gramaticales distintas, planos semánticos diferentes o sencillamente porque a nadie se le hubíese pasado por la cabeza enfrentar a dos entes verbales tan alejados en significado, abre nuevas expectativas para el lenguaje y para la concepción que se tiene de la propia poesía.
En fin Ramón tu eres, en este sentido, un innovador o un regenerador de la expresíon lingüistica. Si estuviésemos en mi pueblo te diría que eres un "casamentero" de palabras que antes no se conocían y que, ahora, tras tu intermediación amorosa engendran vástagos poéticos de angelical presencia, expresión grave y bellísima factura a la vez.
Eres poeta por lo original y fresco, pero también un lingüista excepcional. Un humanista de los de antes. Un lujo