El sable del coronel, su hija y el doncel
Moderadores: J. J. Martínez Ferreiro, Rafel Calle
- Marcos de la Mancebía
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El sable del coronel, su hija y el doncel
contaré al detalle la barahúnda,
el turbio chismorreo, que circunda
en mi barrio, a través de este relato.
Trata los amoríos de un doncel,
célebre libertino y vividor,
facineroso ruín y embaucador,
y la hija virginal de un coronel.
Se educó la doncella entre lisonjas
en una gran escuela de postín;
aprendió a tocar bien el violín
y creció al amparo de las monjas.
Y todos los caprichos que tenía,
ropa, joyas, perfume, lo que fuera,
cualquier pequeño antojo que tuviera,
del padre con halagos conseguía.
Hasta el día fatal que, de improviso,
la moza, del rufián se enamoró.
Por supuesto, a papá no le gustó;
con ése, poca gracia que le hacía.
Por ello y en privado a la muchacha,
con severos semblante y ademán,
le dijo, como ordena un capitán,
seriamente, a su hija vivaracha:
-Porque es un mujeriego muy mundano
que tan solo pretende tu dinero,
tu herencia quiere el necio pordiosero,
ruega a Dios por la vida del villano...
Lo que tengo hija mía, en esta mano,
este desnudo sable que aquí ves,
de un tajo segará, no uno, los tres
viriles atributos del marrano;
su precio por pasar este peaje...
Así que no disgustes a papá,
porque el granuja nunca más será
un hombre si persiste en el ultraje.-
Al pronto, la inquietud llega a su hija:
-¿Por favor, padre mío, qué decís?
¿Su grandiosa cosita de hacer pis?
¡La tiene como nadie; dura y fija!-
Respondióle su padre maldiciendo:
-¡Por Belenos! ¿Qué coño pasa aquí?
¡Maldición! ¿No me digas ahora a mí,
que te la está el mísero metiendo?-
-No te enfades, papá, es un desliz
que sucedió tan sólo doce veces.
(y en todas, placer me dio con creces)-
-¡Ya poco va a vivir ese infeliz!-
Dijo el tutor a modo de sentencia.
-Ha osado mancillar el apellido
bajo el astuto aspecto de Cupido,
pues tendrá que morir por su indecencia...
Como mi sable está desenvainado
y para lavar mi honor, te daré muerte;
juguemos, pues echada está tu suerte¡
Efebo, date presto por capado!-
-¡Ay, que no, papaíto, por favor!
Seguro que eso debe doler mucho.
Mira que si lo dejas debilucho
el pobre no me hará más el amor...
¿Pero cómo actuaré para salvarle?-
Pensó inquieta la hija para sí.
-Mi padre lo capa, ¡ay de mí!
Llegaré antes allí, para avisarle...
¡Carambita, papá, que me olvidaba!-
Empezó a decir la niña en alto
con un sonoro taco (que me salto).
-¡Cáspita! que una cita me aguardaba...
Tengo vez esta tarde en el dentista,
no debo descuidar mi dentadura;
ya sabes, el protésico me cura
y si no voy me borra de su lista.-
Buena excusa. Le sale bien el truco.
Y la joven partió en veloz carrera,
pues quería llegar hasta su vera
y salvar al galán de ser eunuco.
Y llegó a los brazos de su amante.
-¡Para quieto! No seas tan ansioso
amor mío, semejas muy vicioso;
escucha, te he contar algo inquietante.-
De un modo atropellado relató
lo que ha de hacer su padre con el sable.
Sereno la escuchó con rostro afable
hasta que mutilado se pensó.
Lentamente mirándola, le dijo:
-De él será mejor que yo me guarde,
no creo que lo diga por alarde,
ya sabes qué hace un padre por un hijo...
Y no es cuestión ahora de perder
mis atributos, téngolos a bien
y en gran estima y creo que también
me espera en otra casa una mujer...
Mejor es que dejemos esto listo;
a riesgo de que quede como un cerdo,
diré que si te he visto ni me acuerdo
y lo siento, mi amor, en ello insisto.-
Y veloz con el rabo entre las piernas
(muy contento y feliz, porque lo salva)
se dice: La ocasión la pintan calva.
Y se va en pos de jóvenes más tiernas
corriendo y sin volver la vista atrás;
y piensa, con semblante preocupado:
-¡Caramba! Con la hija de un soldado
prometo no salir nunca jamás...
Y juro que seré siempre decente
y mis cosas no vuelven a jugar
con la hija de un estricto militar,
tan siquiera lo sea de un teniente...
Y bien que me lo grabo en la memoria,
si apenas he salvado mi cimbel
del sable de un austero coronel.-
Y aquí debo acabar con esta historia...
Pero antes dejaré la moraleja,
que dice con razón: En el amor,
cuando un amante efímero nos deja,
deberemos buscar otro mejor.
-
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Re: El sable del coronel, su hija y el doncel
Marcos de la Mancebía escribió:Si queréis escuchar durante un rato
contaré al detalle la barahúnda,
el turbio chismorreo, que circunda
en mi barrio, a través de este relato.
Trata los amoríos de un doncel,
célebre libertino y vividor,
facineroso ruín y embaucador,
y la hija virginal de un coronel.
Se educó la doncella entre lisonjas
en una gran escuela de postín;
aprendió a tocar bien el violín
y creció al amparo de las monjas.
Y todos los caprichos que tenía,
ropa, joyas, perfume, lo que fuera,
cualquier pequeño antojo que tuviera,
del padre con halagos consegía.
Hasta el día fatal que, de improviso,
la moza, del rufián se enamoró.
Por supuesto, a papá no le gustó;
con ése, poca gracia que le hacía.
Por ello y en privado a la muchacha,
con severos semblante y ademán,
le dijo, como ordena un capitán,
seriamente, a su hija vivaracha:
-Porque es un mujeriego muy mundano
que tan solo pretende tu dinero,
tu herencia quiere el necio pordiosero,
ruega a Dios por la vida del villano...
Lo que tengo hija mía, en esta mano,
este desnudo sable que aquí ves,
de un tajo segará, no uno, los tres
viriles atributos del marrano;
su precio por pasar este peaje...
Así que no disgustes a papá,
porque el granuja nunca más será
un hombre si persiste en el ultraje.-
Al pronto, la inquietud llega a su hija:
-¿Por favor, padre mío, qué decís?
¿Su grandiosa cosita de hacer pis?
¡La tiene como nadie; dura y fija!-
Respondióle su padre maldiciendo:
-¡Por Belenos! ¿Qué coño pasa aquí?
¡Maldición! ¿No me digas ahora a mí,
que te la está el mísero metiendo?-
-No te enfades, papá, es un desliz
que sucedió tan sólo doce veces.
(y en todas, placer me dio con creces)-
-¡Ya poco va a vivir ese infeliz!-
Dijo el tutor a modo de sentencia.
-Ha osado mancillar el apellido
bajo el astuto aspecto de Cupido,
pues tendrá que morir por su indecencia...
Como mi sable está desenvainado
y para lavar mi honor, te daré muerte;
juguemos, pues echada está su suerte¡
Efebo, date presto por capado!-
-¡Ay, que no, papaíto, por favor!
Seguro que eso debe doler mucho.
Mira que si lo dejas debilucho
el pobre no me hará más el amor...
¿Pero cómo actuaré para salvarle?-
Pensó inquieta la hija para sí.
-Mi padre lo capa, ¡ay de mí!
Llegaré antes allí, para avisarle...
¡Carambita, papá, que me olvidaba!-
Empezó a decir la niña en alto
con un sonoro taco (que me salto).
-¡Cáspita! que una cita me aguardaba...
Tengo vez esta tarde en el dentista,
no debo descuidar mi dentadura;
ya sabes, el protésico me cura
y si no voy me borra de su lista.-
Buena excusa. Le sale bien el truco.
Y la joven partió en veloz carrera,
pues quería llegar hasta su vera
y salvar al galán de ser eunuco.
Y llegó a los brazos de su amante.
-¡Para quieto! No seas tan ansioso
amor mío, semejas muy vicioso;
escucha, te he contar algo inquietante.-
De un modo atropellado relató
lo que ha de hacer su padre con el sable.
Sereno la escuchó con rostro afable
hasta que mutilado se pensó.
Lentamente mirándola, le dijo:
-De él será mejor que yo me guarde,
no creo que lo diga por alarde,
ya sabes qué hace un padre por un hijo...
Y no es cuestión ahora de perder
mis atributos, téngolos a bien
y en gran estima y creo que también
me espera en otra casa una mujer...
Mejor es que dejemos esto listo;
a riesgo de que quede como un cerdo,
diré que si te he visto ni me acuerdo
y lo siento, mi amor, en ello insisto.-
Y veloz con el rabo entre las piernas
(muy contento y feliz, porque lo salva)
se dice: La ocasión la pintan calva.
Y se va en pos de jóvenes más tiernas
corriendo y sin volver la vista atrás;
y piensa, con semblante preocupado:
-¡Caramba! Con la hija de un soldado
prometo no salir nunca jamás...
Y juro que seré siempre decente
y mis cosas no vuelven a jugar
con la hija de un estricto militar,
tan siquiera lo sea de un teniente...
Y bien que me lo grabo en la memoria,
si apenas he salvado mi cimbel
del sable de un austero coronel.-
Y aquí debo acabar con esta historia...
Pero antes dejaré la moraleja,
que dice con razón: En el amor,
cuando un amante efímero nos deja,
deberemos buscar otro mejor.
Jjajajaja como lo he disfrutado
Un abrazo
-
- Mensajes: 30530
- Registrado: Mié, 09 Abr 2008 10:21
re: El sable del coronel, su hija y el doncel
Abrazos
Pilar
- Amparo Guillem
- Mensajes: 1360
- Registrado: Sab, 24 Nov 2007 16:56
- Ubicación: VALENCIA
re: El sable del coronel, su hija y el doncel
Saludos desde el Mediterráneo.
Amparo
- Marcos de la Mancebía
- Mensajes: 981
- Registrado: Sab, 02 May 2009 12:06
- Ubicación: Entre los vivos
- Luna de Nos
- Mensajes: 4114
- Registrado: Vie, 18 Ene 2008 2:00
Re: El sable del coronel, su hija y el doncel
Marcos de la Mancebía escribió:Si queréis escuchar durante un rato
contaré al detalle la barahúnda,
el turbio chismorreo, que circunda
en mi barrio, a través de este relato.
Trata los amoríos de un doncel,
célebre libertino y vividor,
facineroso ruín y embaucador,
y la hija virginal de un coronel.
Se educó la doncella entre lisonjas
en una gran escuela de postín;
aprendió a tocar bien el violín
y creció al amparo de las monjas.
Y todos los caprichos que tenía,
ropa, joyas, perfume, lo que fuera,
cualquier pequeño antojo que tuviera,
del padre con halagos conseguía.
Hasta el día fatal que, de improviso,
la moza, del rufián se enamoró.
Por supuesto, a papá no le gustó;
con ése, poca gracia que le hacía.
Por ello y en privado a la muchacha,
con severos semblante y ademán,
le dijo, como ordena un capitán,
seriamente, a su hija vivaracha:
-Porque es un mujeriego muy mundano
que tan solo pretende tu dinero,
tu herencia quiere el necio pordiosero,
ruega a Dios por la vida del villano...
Lo que tengo hija mía, en esta mano,
este desnudo sable que aquí ves,
de un tajo segará, no uno, los tres
viriles atributos del marrano;
su precio por pasar este peaje...
Así que no disgustes a papá,
porque el granuja nunca más será
un hombre si persiste en el ultraje.-
Al pronto, la inquietud llega a su hija:
-¿Por favor, padre mío, qué decís?
¿Su grandiosa cosita de hacer pis?
¡La tiene como nadie; dura y fija!-
Respondióle su padre maldiciendo:
-¡Por Belenos! ¿Qué coño pasa aquí?
¡Maldición! ¿No me digas ahora a mí,
que te la está el mísero metiendo?-
-No te enfades, papá, es un desliz
que sucedió tan sólo doce veces.
(y en todas, placer me dio con creces)-
-¡Ya poco va a vivir ese infeliz!-
Dijo el tutor a modo de sentencia.
-Ha osado mancillar el apellido
bajo el astuto aspecto de Cupido,
pues tendrá que morir por su indecencia...
Como mi sable está desenvainado
y para lavar mi honor, te daré muerte;
juguemos, pues echada está tu suerte¡
Efebo, date presto por capado!-
-¡Ay, que no, papaíto, por favor!
Seguro que eso debe doler mucho.
Mira que si lo dejas debilucho
el pobre no me hará más el amor...
¿Pero cómo actuaré para salvarle?-
Pensó inquieta la hija para sí.
-Mi padre lo capa, ¡ay de mí!
Llegaré antes allí, para avisarle...
¡Carambita, papá, que me olvidaba!-
Empezó a decir la niña en alto
con un sonoro taco (que me salto).
-¡Cáspita! que una cita me aguardaba...
Tengo vez esta tarde en el dentista,
no debo descuidar mi dentadura;
ya sabes, el protésico me cura
y si no voy me borra de su lista.-
Buena excusa. Le sale bien el truco.
Y la joven partió en veloz carrera,
pues quería llegar hasta su vera
y salvar al galán de ser eunuco.
Y llegó a los brazos de su amante.
-¡Para quieto! No seas tan ansioso
amor mío, semejas muy vicioso;
escucha, te he contar algo inquietante.-
De un modo atropellado relató
lo que ha de hacer su padre con el sable.
Sereno la escuchó con rostro afable
hasta que mutilado se pensó.
Lentamente mirándola, le dijo:
-De él será mejor que yo me guarde,
no creo que lo diga por alarde,
ya sabes qué hace un padre por un hijo...
Y no es cuestión ahora de perder
mis atributos, téngolos a bien
y en gran estima y creo que también
me espera en otra casa una mujer...
Mejor es que dejemos esto listo;
a riesgo de que quede como un cerdo,
diré que si te he visto ni me acuerdo
y lo siento, mi amor, en ello insisto.-
Y veloz con el rabo entre las piernas
(muy contento y feliz, porque lo salva)
se dice: La ocasión la pintan calva.
Y se va en pos de jóvenes más tiernas
corriendo y sin volver la vista atrás;
y piensa, con semblante preocupado:
-¡Caramba! Con la hija de un soldado
prometo no salir nunca jamás...
Y juro que seré siempre decente
y mis cosas no vuelven a jugar
con la hija de un estricto militar,
tan siquiera lo sea de un teniente...
Y bien que me lo grabo en la memoria,
si apenas he salvado mi cimbel
del sable de un austero coronel.-
Y aquí debo acabar con esta historia...
Pero antes dejaré la moraleja,
que dice con razón: En el amor,
cuando un amante efímero nos deja,
deberemos buscar otro mejor.



























Un aplauso bien grande!!! porque provocar sonrisas y hacer disfrutar con una historia jugosa, no es para cualquiera. Me encantan estos poemas tuyos Marcos, no me canso de decírtelo, y darte las gracias, un abrazo, Luna.-
José Chapa
http://www.karikanfibolia.blogspot.com
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- Marcos de la Mancebía
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Re: re: El sable del coronel, su hija y el doncel
Pilar Morte escribió:Me lo he leído hasta el final para ver como lo terminabas, ¡Qué gracioso! ja, ja. No es mala la moraleja
Abrazos
Pilar
Gracias Pilar por tu paciencia al leerlo y dejar tu comentario.
Un beso.
Marcos
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- Mensajes: 2226
- Registrado: Mar, 21 Abr 2009 13:43
- Marcos de la Mancebía
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Re: re: El sable del coronel, su hija y el doncel
Amparo Guillem escribió:Escuché con atención, pero esto es de tres rombos rojos, aunque real sin tanta floritura.
Saludos desde el Mediterráneo.
Amparo
Jajaja, ponle sólo dos rombos, a fin de cuentas no hay nada explícito.
Nade un beso desde mi Atlántico, las corrientes lo harán llegar.
Marcos
- Marcos de la Mancebía
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Re: El sable del coronel, su hija y el doncel
Luna de Nos escribió: Un aplauso bien grande!!! porque provocar sonrisas y hacer disfrutar con una historia jugosa, no es para cualquiera. Me encantan estos poemas tuyos Marcos, no me canso de decírtelo, y darte las gracias, un abrazo, Luna.-
Gracias a ti, Luna. Tus palabras son un regalo para mí.
Un beso.
Marcos
- Marcos de la Mancebía
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- Ubicación: Entre los vivos
MarRevuelta escribió:Poesía, historia y moraleja...que más se puede pedir..? Si encima nos hacer reír (con lo difíciles que están estos tiempos para la risa) pues vamos a tener que nombrarte animador oficial del cotarro. Es broma. Te digo lo mismo que ya te dije en otras ocasiones, me parece complicadisimo escribir de esta manera y tú lo bordas. Besos...y risas.
Gracias, María, por tus palabras. No me cabe duda de que tú me miras con buenos ojos.
Un beso.
Marcos
- Marcos de la Mancebía
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- Registrado: Sab, 20 Sep 2008 18:59
re: El sable del coronel, su hija y el doncel
Me hiciste reír, amigo mío.
Un abrazo.
Mario.
- Marcos de la Mancebía
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- Registrado: Sab, 02 May 2009 12:06
- Ubicación: Entre los vivos
Re: re: El sable del coronel, su hija y el doncel
Mario Martínez escribió:Hola Marcos, ya sabes lo que pienso de la ironía en poesía (y perdón por el pareado): indispensable, sobre todo algunas veces.
Me hiciste reír, amigo mío.
Un abrazo.
Mario.
Bueno, Mario, gracias por detenerte a comentar. Como bien dices, la ironía (que no el sarcasmo) en poesía, como en la vida, es indispensabe.
El pareado es pretexto,
le viene bien al contexto.
Si no es una historia real, bien pudiera serlo.
Un abrazo, amigo mío.
Marcos