La Historia de las dos Bolitas de Autosatisfacción
Moderador: Hallie Hernández Alfaro
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La Historia de las dos Bolitas de Autosatisfacción
Candelaria y Adalberto se conocieron en un bar pequeño un día muy frío; hechos estos últimos que coadyuvaron a la pronta y frenética dependencia afectiva entre ambos. Que se enamoraron, que tanto. Que uno le cogía las manos al otro como si fueses manojos de helados cilíndricos, y que las llevaba a la boca en trance, esas cosas.
Candelaria era mujer de viejas costumbres. Consideraba su cuerpo cual un áncora de salvación, esos pomposos libracos católicos de los años de la guerra. En otros términos, pretendía que su cuerpo era un premio, un acertijo. De modo que Adalberto se vio constreñido a un conjunto de actitudes más bien emprendedoras, ajenas a su genuina naturaleza de orden intelectivo.Que la llevaba a la cama con cierta lentitud quelónica, con pereza, digamos. Por otra parte, Candelaria, lejos estaba de honrar su nombre, ya que si de encendimientos se trata, ella permanecía como una cerilla quemada, e inmóvil entre las cobijas como un mármol.
Así las cosas, Adalberto decidió que era conveniente estrechar lazos, y con la precipitación de un niño, rentó un regio PH en las afueras de la ciudad —para poder concentrarnos más, le dijo a Candelaria—. Y allí se mudaron los dos un sábado luminoso como una cabeza rubia.
Los desencuentros comenzaron a la hora del desayuno, ya que ambos esperaban que por arte de alguna maniobra tácita, o mágica, las tostadasvinieran levitando hasta sus regazos. Que eran vagos, que tanto.
Candelaria se fue abandonando al gustillo del ocio con total desenfado, mientras que Adalberto hacía lo propio a todo vapor, con júbilo diabólico y expresión risueña.
De manera que se fueron acostumbrando a sus propios aromas,y a las cascarillas y las pelusas que se apoderaron con beneplácito de las geografías entregadas de sus cuerpos cada vez más flacos. Claro, habían pospuesto la espinosa ingesta de alimentos. Incluso, la búsqueda de los mismos por cualquier medio o mediante cualquier especie de esfuerzo.
Al poco tiempo, Candelaria y Adalberto comenzaron a distanciarse. Que se instalaron a un metro uno del otro, eso. Lo curioso es que ambos adoptaron la misma asana o postura corporal para permanecer hieráticos. Esa postura, lamentablemente, fue la del ovillo. Y decimos lamentablemente, porque esos plegamientos intempestivos se las traen. Que tienen o traen cola. Y eso es de preciso lo que ocurría con ellos, con Adalberto y Candelaria. Se ovillaron no sin una ocurrencia siniestra y a la vez tragicómica. Se ovillaron según las antigua y nunca bien ponderada disciplina de la autosatisfacción.Vale decir: que se cerraron sobre sí mismos cual capullitos de rosa, pero aplena succión. ¡Sí! Escuchasteis bien. Se retorcieron plásticamente sobre sus propios ombligos, pero habiendo conquistado la absoluta independencia que confiere la auto-felación continua. Que se masturbaban oralmente con total descoco y gloria.
Así fueron pasando los días y ambas bolitas de autosatisfacción permanecían abocadas a sus menesteres particulares con pulcritud y serenidad, como si se tratase de dos crisálidas o dos huevos inversos, decreciendo, des-madurando, desapareciendo, que tanto.
Las plantas del patio se secaron, la casilla de mensajes del teléfono se colmó de voces y luego hizo un ruido seco definitivo. Cortaron los servicios y las dos bolitas de autosatisfacción —Adalberto y Candelaria— se quedaron en la penumbra. Solamente se oía una suerte de ronroneo perpetuo y suave, como el murmullo de un grillo agónico y dulce. El parpadeo de una lámpara, parecía aquello: eran sus labios entrompaditos que chupaban el eterno caramelo de Narciso.
Lentamente, al paso quizás de las estaciones, o de alguna forma de composición astrológica, las dos bolitas fueron mermando. Que se achicaban, o se deshinchaban como balones de básquetbol.
Un día gélido e inundado de rayos parejos, al mediodía, las dos bolitas de autosatisfacción atravesaron el umbral. Cruzaron aquella frontera matemática, o topológica, más allá de la cual el peso, o la masa, o algo, ya no admite, o no resiste, o algo.
Que dejaron de persistir, y entonces, de estar, o de ser, o algo.
Rafael Teicher
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La poesía lo impregna todo y los personajes son una creación arriesgada de belleza, tanto.
Aplausos fuertes , pero muy fuertes!!!!
Un abrazo con admiración y respeto.
Hallie
porque yo que nunca pisé otro camino que el de tu luz
no tengo más sendero que el que traza tu ojo dorado
sobre el confín oscuro de este mar sin orillas."
El faro, Ramón Carballal
- MarRevuelta
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gracias hallie
te agradezco
un fuerte y fraternal saludo
Rafael
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re: La Historia de las dos Bolitas de Autosatisfacción
un saludo fraterno desde Argentina
Rafael
Saludos
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re: La Historia de las dos Bolitas de Autosatisfacción
Realmente ha sido una alegría encontrarme con tus palabras
un saludo fraternal y argentino
Rafael
- Macedonio Tracel
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