
Ahora que reviven los recuerdos
derramando sus mitos hasta el fondo
de un cielo que se escapa,
he vuelto a emocionarme
con el viejo dios que abre sus enigmas
al fuego emergente del espíritu.
Devano el pensamiento sobre el hombro,
sobre el vientre de un sueño que no duerme
aventando lunas negras
con llanto de cadenas
en las cárceles del miedo y el hastío.
Vivo abrazado al tronco que nos salva,
solitario en mitad de un océano,
abriendo los estores del lamento
al alféizar de lágrimas ajenas.
Me asciende el tono místico del canto
en paisajes de tiempo lapidado,
y como un ángel caído
que agoniza entre lirios y puñales
me derramo en esteros de nostalgia
apurando el regreso a la otra orilla.
*Andros