He abierto la ventana
y placentera brilla mi noche
orilla es, reborde franco en las pupilas del alba.
Limpio de secretos tu amor se asoma y reconoce el timbre de esta voz,
de esta cadencia amaneciendo sin la llaga drástica
la palabra desierta, el cáliz herido.
Si me dijeras que el destello en la sangre impreso
es el incendio misterioso desde tu cielo
y que el arpegio en tus ojos es más que inspiración al sentir mi cuerpo...
ay si mi noctámbulo jardín y este arco iris guardaran silencio
porque aterido se paseó el miedo,
dime entonces, ¿qué yerma dolencia cabría en las ganas de un recuerdo?
Tú, sólo tú acaricias la huella de mi destierro para el concierto a la intemperie
del elocuente universo donde te quiero.
Sin edad, sin obscura tristeza besándome por dentro, ya asoma tu sonrisa,
tragaluz donde iluminas al azabache nocturno e inquieto
de un poema esperanzado, desnudo y suave
bañando al sereno.
Para Antonio Soto
