lo mejor de todo, el ojo con orzuelo, y con maravillosa e inolvidable visión de apéndice superlativo
Para releer los días de malahostia.
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Un abrazo.
Moderadores: J. J. Martínez Ferreiro, Rafel Calle
Fermín Lasarte escribió:Jajaja Julio no había leído esta faceta tuya.Realmente es muy grato leer el poema, tiene como un acogimiento dentrode la cotidianeidad que planteas, que lo hace ameno. Y el sentido delhumor que expresas es muy fino, delicado, sarcástico, y además tieneotra virtud: que te reís de vos mismo, eso querido amigo, es un donmaravilloso.
Por lo demás, lo encuentro como un poema sin fisuras y perfectamente bien escrito.
Todo un placer Julio. Un abrazo grande.
julián borao escribió:Divertida improvisación, Julio, la he disfrutado.
Un abrazo.
Julián Borao
javierdicenzo80 escribió:Original, muy buen poema y muy particular, me pregunto si es inspirado en algo real.
javier
Luna de Nos escribió:Julio González Alonso escribió:
Todo un poema de sábado.
Es sábado. Pierdo mi partido de tenis
a primera hora de la mañana; la cosa no tendría mayor importancia
sino fuera ésta la sexta vez consecutiva
y ante el mismo contrario.
La viuda del tercero, en el supermercado,
me recrimina en público no usar guantes desechables
para coger el pan;
de ordinario tan amable, la abuelita abronca mi conducta
como un árbitro cabreado.
Ahorro las respuestas, entre otras cosas, porque siempre se me ocurren
tarde,
y me voy con la vergüenza de un niño de primaria
pillado en una travesura.
Llueve
y no encuentro mi paraguas; el que consigo
no hay manera de abrirlo. Por fin, tras arrancarle la cinta
que lo cerraba
prosigo mi camino. Resbalo en la acera y caigo,
sin compasión,
con mis setenta y dos kilos y casi sesenta años
por los suelos. El paraguas
se rompió. Me levanto a solas con mi humillación
y me mojo.
Vuelvo a casa
y me sale un orzuelo en el ojo derecho;
así que veo la mitad de la televisión, la otra mitad
la tapa mi nariz. No era consciente
de que la tuviera tan grande. Escribo
mirando por el ojo izquierdo.
¡Ahora no vengas tú, tocapelotas, a decirme que esto no es
todo un poema!
Me parece irónico, desde el título,¡ y me encanta! Ahora, creo que mirar con el ojo izquierdo, definitivamente es beneficioso, es bueno cambiar la perspectiva, muchos saludos Julio, Luna.-
Julio González Alonso escribió:
Todo un poema de sábado.
Es sábado. Pierdo mi partido de tenis
a primera hora de la mañana; la cosa no tendría mayor importancia
sino fuera ésta la sexta vez consecutiva
y ante el mismo contrario.
La viuda del tercero, en el supermercado,
me recrimina en público no usar guantes desechables
para coger el pan;
de ordinario tan amable, la abuelita abronca mi conducta
como un árbitro cabreado.
Ahorro las respuestas, entre otras cosas, porque siempre se me ocurren
tarde,
y me voy con la vergüenza de un niño de primaria
pillado en una travesura.
Llueve
y no encuentro mi paraguas; el que consigo
no hay manera de abrirlo. Por fin, tras arrancarle la cinta
que lo cerraba
prosigo mi camino. Resbalo en la acera y caigo,
sin compasión,
con mis setenta y dos kilos y casi sesenta años
por los suelos. El paraguas
se rompió. Me levanto a solas con mi humillación
y me mojo.
Vuelvo a casa
y me sale un orzuelo en el ojo derecho;
así que veo la mitad de la televisión, la otra mitad
la tapa mi nariz. No era consciente
de que la tuviera tan grande. Escribo
mirando por el ojo izquierdo.
¡Ahora no vengas tú, tocapelotas, a decirme que esto no es
todo un poema!
Julio González Alonso escribió:
Todo un poema de sábado.
Es sábado. Pierdo mi partido de tenis
a primera hora de la mañana; la cosa no tendría mayor importancia
sino fuera ésta la sexta vez consecutiva
y ante el mismo contrario.
La viuda del tercero, en el supermercado,
me recrimina en público no usar guantes desechables
para coger el pan;
de ordinario tan amable, la abuelita abronca mi conducta
como un árbitro cabreado.
Ahorro las respuestas, entre otras cosas, porque siempre se me ocurren
tarde,
y me voy con la vergüenza de un niño de primaria
pillado en una travesura.
Llueve
y no encuentro mi paraguas; el que consigo
no hay manera de abrirlo. Por fin, tras arrancarle la cinta
que lo cerraba
prosigo mi camino. Resbalo en la acera y caigo,
sin compasión,
con mis setenta y dos kilos y casi sesenta años
por los suelos. El paraguas
se rompió. Me levanto a solas con mi humillación
y me mojo.
Vuelvo a casa
y me sale un orzuelo en el ojo derecho;
así que veo la mitad de la televisión, la otra mitad
la tapa mi nariz. No era consciente
de que la tuviera tan grande. Escribo
mirando por el ojo izquierdo.
¡Ahora no vengas tú, tocapelotas, a decirme que esto no es
todo un poema!
J. J. M. Ferreiro escribió:jajajaja... ¡ahí estás tú amigo Julio!
lo mejor de todo, el ojo con orzuelo, y con maravillosa e inolvidable visión de apéndice superlativo
Para releer los días de malahostia.![]()
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Un abrazo.
Fermín Lasarte escribió:Jajaja Julio no había leído está faceta tuya. Realmente es muy grato leer el poema, tiene como un acogimiento dentro de la cotidianeidad que planteas que lo hace ameno. Y el sentido del humor que expresas es muy fino, delicado, sarcástico, y además tiene otra virtud: que te reís de vos mismo, eso querido amigo, es un don maravilloso.
Por lo demás, lo encuentro como un poema sin fisuras y perfectamente bien escrito.
Todo un placer Julio. Un abrazo grande.
Aubriel Camila de la Prad escribió:Julio González Alonso escribió:
Comenzar la mañana perdiendo un partido de tenis por sexta vez ante el mismo adversario, ya predispone mal a cualquiera para el resto del día. ¡Y vaya que te pasaron cosas! Lo bueno es que pudiste ponerlo en versos y convertirlo en este poema que ahora disfrutamos todos.
Me gusta. Me encantó leerte.
Besos, Julio.
Óscar Distéfano escribió:Ha sido un momento grato leer este desefadado poema tuyo. Creo que es absolutamente valioso sacar a luz estas ocurrencias poéticas. Después de todo, la poesía estuvo acompañándote ese sábado, ¿o no?.
Un abrazo.
Óscar