
Luce plenamente el sol en las vidrieras,
pone brillo en las vainas de las manos,
y yo,no obstante,
oscuro estoy por dentro.
Con melena de pasión cosida a las entrañas
latiendo intervalos de suspiros sofocantes,
el vértigo me asciende a la azotea del insomnio
anegando el pensamiento de ternes negaciones.
Las horas tejen negras cuerdas de algodón,
y yo,sin desprenderme,
vago estrangulado en el recuerdo
entre órbitas de sombras rodando sueños.
Babel de estrellas,
visión difusa tras los cristales de los ojos,
me asiento empapado en los malvas del crepúsculo
tras el hermético puño de la soledad silente.
Y todo,
como un caracol que arrastra sus lamentos
para ver morir los días en brazos del fracaso
bajo el reseco llanto de un repique de campanas.
*Andros.