Rotos

[Alejandro Costa]

Podría haber deslavazado el rutilante misterio de la vida,
pero me he enredado en su aureola
y he padecido las grietas con las que poco a poco se rompe.

Está rota la amalgama seca que no se supo amasar,
la harina de la piel y la amarga sal que la adereza.

Está rota la garganta de sed de bondad y amor,
rota la bandeja de plata sin nada que transportar.

Roto está el fuselaje de un cuerpo rendido a la tempestad,
rota el alma cuando no es capaz de entender dónde va.

Está roto el silencio que navega por un canto de olvido,
rota la cama de un bebé si no la cubre ropa de cariño.

Roto está este mundo y sus raíces de tronco carcomido,
rota la voz que en la distancia te llama, con la mirada dormida.

Roto el eje donde gira la vida,
rotas las venas donde sangran las heridas.

Roto está el cielo con su lluvia manía,
rota la seca tierra ahogada por la sequía.

Está roto el azul, el ocre y hasta el lila,
tan solo queda el rojo intenso de sangre homicida.

Rota se encuentra la noche, la luna y las estrellas,
roto vive el rocío, rota la madrugada y la mañana.

Roto es el ayer, rota la aurora y el café del desayuno,
rota la flor descolorida, la primavera defenestrada.

Roto mi corazón, mi cuerpo y hasta el alma,
rota la luz, rota la hoguera y las astillas de su llama.

Roto estoy yo,
¡Roto! ¡Ahogado en sufrimiento!
¡Roto está mi cuerpo!
¡Rota la palabra!
¡Roto el sentir! ¡Roto el mundo ajeno!

Rota se me ha quedado anclada la historia,
rota aquella noche dormida,
roto el sendero sin camino,
rota la esencia de la gloria.

Todo está roto,
todo sabe a derrota,
todo está ya calcinado,
todo roto en las manos de un anciano,
toda felicidad pasajera, ahora también está rota.

Rota está la vida,
rotas las venas por donde sangran las heridas.