El sombrero se elevó y se arremolinó en el tejado. No podía creer lo que veía cuando pensé en alinearme junto a, oh, unos cinco o seis sombreros más en formación extraña donde el Gólgota o pensamientos suicidas se atreverían al vórtice de las estrellas, obligando a mi frente a hundir esas palabras: la muerte separa los niveles de comprensión. ¿Qué sé yo de poemas escritos como lazos secretos, como rastros de antiguas marcas y píldoras rojas de Pomerage? ¿Qué sé yo? Me importa, pero olvidé qué fue lo que me arrebató la vida, hoy mi mente proyecta mis sueños como fragmentos de un libro sin rostro y sigo adelante con alegría hacia una cúpula o un pozo sin fondo. Creo que me estoy quedando dormida.
E.R.Aristy
