La Impaciencia es esperar al hombre que amas. La Codicia es un avaro con ansia de ser millonario. La Torpeza se cayó al suelo mientras caminaba por la calle y, una cita es un chico en una plaza, junto al frío de la tarde. Un “Te quiero” es un silbido canario.
Agonizar no era más que echar un sprint final.
Cuando el invierno me cierre los ojos,
cuando esté terminando mis tareas,
y la parca venga
con la misma pandereta,
entonces, desearé el irme en silencio.
Morirme en un sueño.
Y que alguien me cierre esa puerta.
Viajar no es más que hacer una proyección astral de una misma en busca de ese beso. Delicioso, sabía dulce.
Caminar lo que llevas aprendido.
¿Sabes?
Y amar es no haber amado nunca, porque así se aprecia lo que a una le falta.
Y aunque fuere primavera,
Que el crudo frío me abrigue por dentro,
que no se me olvide en el último momento,
lo que te debo. O ¡Cuánto me debes!
Entonces desearé el irme en silencio.
Morirme en un sueño.
Y que alguien me cierre esa puerta.
Y si la muerte me viene. Tan en silencio.
Aún no es tarde. Aún estaré cerca.
Entonces desearé el irme en silencio.
Morirme en un sueño.
¡Y que alguien me cierre esa puerta
que hace corriente!
Vuelvo a la noche para llorar, para ahogarme en una copa de cristal de bohemia que rebosa el café preparado desde esta mañana.
La hostia puede llegar por caminos insospechados.