quedará mi añoranza abandonada
y entre los arrabales
beberé un último cáliz de amargura.
Después volveré a ti,
santuario donde siempre regreso
como el ebrio a la tasca.
Y no habrá nada que hacer
sino mirar de soslayo a los planetas
o transitar por el filo del mohoso horizonte
o afirmarme en el exiguo espacio
que quede entre tu memoria
y mi apariencia.
© MAR – Febrero2006
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Hoy, que hace cuatro años que no estás, dejo este recuerdo antiguo para ti.
