El gran astro

[Alejandro Costa]

A veces las guirnaldas no miran al cielo,
las libélulas se esconden en un paraíso sin deterioro,
los pájaros se esconden en las cercanías de la distancia,
y el rojo furor del cielo se desploma sobre el ruido del silencio.

Y allí, donde nada se escucha,
donde los colores, son tintas del ayer,
donde las venas de la tierra ya no sangran,
renace aquello salpicado por el sudor amargo.

Y, en las mañanas,
aún reluce el gran astro.

[Rafael Elias Huerta]

A veces las guirnaldas no miran al cielo,
las libélulas se esconden en un paraíso sin deterioro,
los pájaros se esconden en las cercanías de la distancia,
y el rojo furor del cielo se desploma sobre el ruido del silencio.

Y allí, donde nada se escucha,
donde los colores, son tintas del ayer,
donde las venas de la tierra ya no sangran,
renace aquello salpicado por el sudor amargo.

Y, en las mañanas,
aún reluce el gran astro.

Abro este hermoso poema, deseando que retome las alturas que anhelas.

Exquisito

Que tengas una feliz tarde
Un abrazo
Siempre, Rafael.

[Alejandro Costa]

A veces las guirnaldas no miran al cielo,
las libélulas se esconden en un paraíso sin deterioro,
los pájaros se esconden en las cercanías de la distancia,
y el rojo furor del cielo se desploma sobre el ruido del silencio.

Y allí, donde nada se escucha,
donde los colores, son tintas del ayer,
donde las venas de la tierra ya no sangran,
renace aquello salpicado por el sudor amargo.

Y, en las mañanas,
aún reluce el gran astro.

Abro este hermoso poema, deseando que retome las alturas que anhelas.

Exquisito

Que tengas una feliz tarde
Un abrazo
Siempre, Rafael.

Infinitas gracias, Rafael.

Me alegra que te gustase.

Un abrazo.

[Ricardo Linares]

A veces las guirnaldas no miran al cielo,
las libélulas se esconden en un paraíso sin deterioro,
los pájaros se esconden en las cercanías de la distancia,
y el rojo furor del cielo se desploma sobre el ruido del silencio.

Y allí, donde nada se escucha,
donde los colores, son tintas del ayer,
donde las venas de la tierra ya no sangran,
renace aquello salpicado por el sudor amargo.

Y, en las mañanas,
aún reluce el gran astro.

Mirando en el pasado de las letras he encontrado está belleza que para mí tiene doble sentido, y uno de ellos lo puedo asemejar a una persona hundida, sin motivaciones dado que no ha conseguido el fruto deseado, pero aún conserva algo de esperanzas. Quizás estoy equivocado , pero como cada lector en ciertos momentos puede interpretar las cosas a su manera, yo estoy encantado con lo que me ha transmitido las letras ahora. Un saludo con mi respeto.