Otra postal de invierno

[Ramón Castro Méndez]

Hicimos de la tarde otra postal de invierno,
cristal lacerado, oscura punta de flecha.

Como un último autobús o un clamor de perseidas
tú, duende, o voz en la radio vagabas
por la melancólica geografía de un jueves lluvioso,
pasabas bajo la sombra a solas de un volcán
dibujando pájaros sobre pentagramas,
escribiendo sobre flores muertas y noches sin dormir.

Soñando con espejos en el atardecer de libélulas,
con palabras como huellas, con menhires grabados
de golondrinas en relieve, con atlantes que llevan
en su espalda tatuados paisajes y nombres de brisas marinas.

Cuando venga a caer el sol sobre tus ojos, te coronará
un orfeón de espumas, brillarán con más luz las estrellas
del destierro, caerán sobre tus labios los besos del alba
como bosques de párpados mudos, se leerán los oráculos
hasta ahora ciegos, sonarán con alegría las campanas en los barcos.

Cuando me vaya. Si, cuando haya de irme llevaré conmigo
tu nombre y con él también el de los barcos.



Amigo, honras el Foro con la diversidad de temas poético que lo ilustran.
Un excelente poema que, aún con la baja visión, que padezco, he leído para satisfacer la ansiedad que, bajo el tema con que lo desarrilas, es extraordinario.

Recibe un abrazo. y mi sincera felicitación, desde la soledad de mi isla..

José Manuel Febles.

on

Muchas gracias, José Manuel, por los elogios y por tu lectura. He intentado poner las letras más grandes, discúlpame, pero como estoy en el paleolítico de la informática, no he sabido como hacerlo.

Un fuerte abrazo, amigo poeta.

[Ramón Castro Méndez]

Vaya carga de bellas imágenes que lleva este poema.
Comienzas fuerte en los dos primeros versos con la original idea del cristal lacerado y la oscuridad de la flecha.
Qué bueno es el resto , con esas flores muertas sobre un pentagrama de lluvia.
Y sigue con tantas imágenes que me hacen soñar. Es pura música para mis ojos.
Te felicito y te doy las gracias con un fuerte abrazo.

Gracias a ti y muchas, Ana, por tener la amabilidad de dejarme tu atento comentario.
Un afectuoso abrazo.

[Ramón Castro Méndez]

cristal lacerado, oscura punta de flecha.
Cuando me vaya. Si, cuando haya de irme llevaré conmigo
tu nombre y con él también el de los barcos.

Otra postal de invierno, como otra lanza en el costado de la lírica, para supurar miel de brezo de Lapuela.
Estimado Frodimir, bro querido del alma, monje/recto de cianotipia Hegeliana, inspirador de los mejores cuánticos del Corumelo, luchador incansable en este frenopático que es el devenir histórico, conspirador en los bosques de Asturias desde donde nuestro admirado Pelayo deshizo el entuerto de la duda: sólo es posible la fe.
Leemos con mucho agrado, sobre todo elPrior, que hayas adoptado como modelo de vida a San Sebastián, uno de nuestros principales postulantes en el Corumelo. Nunca cejes en el intento, la mortificación de la carne es la sublimación del deseo carnal que nos aleja de Dios nuestro Señor. La dulzura de tus versos nos recuerda a la mística de san Juan que también ejerció de lego un tiempo en el Corumelo antes de hacerse devoto de la regla de Santa Teresa, la andadora.
Bueno, todo se andará por los caminos de Dios que llevan indefectiblemente a Roma. Ya el Papito León nos ha llamado para el próximo Concilio.
Abrazototote y bendiciones.

Serenísima muchas gracias por pasarte y obsequiarme con tu elevado comentario. Por la piel de toro seguimos como de costumbre. Pasamos de los trenes que no entraban por los túneles al submarino que no flota, aunque creo que está arreglado el problemilla. A nivel de calle pueden ser tonterías. Son tonterías muy tontas. Pero no me hagas caso y sabes que tengo delirios conspiranoicos.

Un fuerte abrazo, bro y a seguir bien.

[Ramón Castro Méndez]

Hicimos de la tarde otra postal de invierno,
cristal lacerado, oscura punta de flecha.

Como un último autobús o un clamor de perseidas
tú, duende, o voz en la radio vagabas
por la melancólica geografía de un jueves lluvioso,
pasabas bajo la sombra a solas de un volcán
dibujando pájaros sobre pentagramas,
escribiendo sobre flores muertas y noches sin dormir.

Soñando con espejos en el atardecer de libélulas,
con palabras como huellas, con menhires grabados
de golondrinas en relieve, con atlantes que llevan
en su espalda tatuados paisajes y nombres de brisas marinas.

Cuando venga a caer el sol sobre tus ojos, te coronará
un orfeón de espumas, brillarán con más luz las estrellas
del destierro, caerán sobre tus labios los besos del alba
como bosques de párpados mudos, se leerán los oráculos
hasta ahora ciegos, sonarán con alegría las campanas en los barcos.

Cuando me vaya. Si, cuando haya de irme llevaré conmigo
tu nombre y con él también el de los barcos.

Otro poema que merece muchas lecturas, destaco en esta primera las dos últimas estrofas.
Me ha gustado mucho, Ramón.

Un abrazo muy fuerte.

Muchas gracias amiga por pasarte por mis letras.

Un abrazo enorme.

[F. Enrique]

Cuando venga a caer el sol sobre tus ojos, te coronará
un orfeón de espumas, brillarán con más luz las estrellas
del destierro, caerán sobre tus labios los besos del alba
como bosques de párpados mudos, se leerán los oráculos
hasta ahora ciegos, sonarán con alegría las campanas en los barcos.

Evocador poema donde respira el amor por encima del invierno, en el que me llama la atención el uso del encabalgamiento.

Insistes, con un muy buen tono, en la nostalgia.

Un abrazo.

[Ramón Castro Méndez]

El congelado sentido de la intemperie, fija y salada, hunde sus brazos en la estación de los haberes asumidos.
La belleza campa a sus anchas por el postal trayecto; el poema evoca y trasciende, defiende y confiesa.

Gracias por estar, amigo.
Abrazos.

Muchas gracias, Hallie. Un placer contar con tu paso por mis letras.

Un afectuoso abrazo.

[Ramón Castro Méndez]

Qué bien escribes, Ramón:

Tu mundo poético es excepcional. Con eso lo digo todo.

Esta postal está cargada de belleza y de melancolía.

Enhorabuena
Un beso
Ana

Muchas gracias, Ana, por tus amables y elogiosas palabras.

Besos.

[Ramón Castro Méndez]

Hicimos de la tarde otra postal de invierno,
cristal lacerado, oscura punta de flecha.

Como un último autobús o un clamor de perseidas
tú, duende, o voz en la radio vagabas
por la melancólica geografía de un jueves lluvioso,
pasabas bajo la sombra a solas de un volcán
dibujando pájaros sobre pentagramas,
escribiendo sobre flores muertas y noches sin dormir.

Soñando con espejos en el atardecer de libélulas,
con palabras como huellas, con menhires grabados
de golondrinas en relieve, con atlantes que llevan
en su espalda tatuados paisajes y nombres de brisas marinas.

Cuando venga a caer el sol sobre tus ojos, te coronará
un orfeón de espumas, brillarán con más luz las estrellas
del destierro, caerán sobre tus labios los besos del alba
como bosques de párpados mudos, se leerán los oráculos
hasta ahora ciegos, sonarán con alegría las campanas en los barcos.

Cuando me vaya. Si, cuando haya de irme llevaré conmigo
tu nombre y con él también el de los barcos.

Enhorabuena por tu hermoso poema amoroso lleno de resonancias y evocaciones culturales y literarias. En concreto me recuerda mucho al estilo de los Novísimos y a los extraordinarios poetas de los años 60 y 70.
Un abrazo, Ramón!!

Muchas gracias, Pascual. Celebro que estas letras hayan sido de tu agrado.

Un fuerte abrazo.

[Ramón Castro Méndez]

Excelentes imágenes las de este logrado poema. Lo he disfrutado a fondo. Enhorabuena y un abrazo.

Muchasa gracias, tocayo.
Un fuerte abrazo.

[Ramón Castro Méndez]

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Momentos de Poesía en Alaire 2025.

Placer de lectura, querido amigo.

Muchas gracias, querida Hallie, por este nuevo empujón a estas letras.

U abrazo grande.

[Ramón Castro Méndez]

Gracias Hallie por traerlo porque también he disfrutado con este poema, en este caso yo por primera vez. Si estas son las cosas que se hacen en el corumelo, sigo diciendo que me gusta mucho el corumelo.

Muchas gracias, José Manuel, por tu apreciado comentario. Desde el Corumelo, el novicio Frodimir del pequeño poder te manda

Un fuerte abrazo.

[Ramón Castro Méndez]

Cuando venga a caer el sol sobre tus ojos, te coronará
un orfeón de espumas, brillarán con más luz las estrellas
del destierro, caerán sobre tus labios los besos del alba
como bosques de párpados mudos, se leerán los oráculos
hasta ahora ciegos, sonarán con alegría las campanas en los barcos.

Evocador poema donde respira el amor por encima del invierno, en el que me llama la atención el uso del encabalgamiento.

Insistes, con un muy buen tono, en la nostalgia.

Un abrazo.

Muy agradecido por tus amables palabras, F. Enrique.

Un fuerte abrazo.