Sexo en Ajaz

[Fernando Marcos Rentero]

Bendita ingenuidad juvenil, en la que las tonterías, son la guinda. Me encanta leerte, amiga Ana. Un abrazo.

[Marisa Peral]

-Ana y Rafel-
Me gustaría destacar, e incluso separar,
si os parece bien a ambos, los poemas con los que habéis interactuado cada uno porque mezclados con las respuestas y comentarios de los demás pierden un valor importante.

Abrazos a los dos.

[Ana García]

-Ana y Rafel-
Me gustaría destacar, e incluso separar,
si os parece bien a ambos, los poemas con los que habéis interactuado cada uno porque mezclados con las respuestas y comentarios de los demás pierden un valor importante.

Abrazos a los dos.

A mí me parece muy buena idea.

[Ana García]

En Ajaz no es todo ruina:
queda un temblor en la piedra,
un aliento mínimo que insiste
en que los muertos también sueñan.

En Ajaz la sombra no muere,
tan solo cambia de piel
y se derrama en los pliegues del silencio.

¿Sabes?, a veces, las ruinas se levantan
y vuelven los pasos que dimos
cuando todavía no sabíamos
que el tiempo no tiene piedad.

Levanta la mirada, mira tú,
verás un mar
que ignora al acantilado,
pero también lo acaricia sin quererlo,
y entre tanto choque nace
la forma de un abrazo secreto.

Piensa que el ángel azul es sombra o ceniza,
que sigue en tus ojos como un reflejo hondo,
y en tu voz se reconoce
aunque la eternidad lo disfrace de ausencia.

El ángel azul persiste, nunca se irá,
tiene el deber de recordarte que incluso la muerte
se desnuda de vez en cuando
para volver a sentir el deseo.

Ajaz es —lo dice el ángel—
condena y júbilo,
sombra que hiere,
luz que insiste...

En Ajaz tañen las campanas.
Son los mismos sones
que blanden el mismo sonido.
Es la misma aurora
que presagia idéntica vivencia.
El hombre casi nunca cambia,
libertarnos no ocurre diariamente.

Los arraigos acostumbran,
nos ciegan.
Imposible vislumbrar nuevas imágenes.

Diez minutos paralelos.

Caerán los cuerpos a pedazos
Para nacer de nuevo.
Caerá el alma;
Y, su sombra se proyectará al infinito.

Del bache del miedo:
la soledad, las lágrimas y el abandono.

Del ángel, de pie,
—puño en alto—
sale mensajes de vida
canción transparente.
Limpia de odios.
Ojos risueños,
manos calientes, firmes;
que son semilla de amores inagotables.

Y yo tengo una pregunta azul:
¿La muerte dónde está, amor?
— La muerte está muerta. La vida, viva: renaciendo en cada palabra, en cada paso. Ya no hay sitio para sombras babosas.

[Ramón Carballal]

Muy bueno tu poema. Me has recordado a Ana Rossetti con ese despertar primero al sexo y al amor. Enhorabuena, tu inspiración está en un punto álgido. Abrazos.

[Ulises C.J.]

¡Que bonito Ana!. Perdido en nuestros sueños, aún sentimos toda la grandeza de nuestros despertares.
Gran poema, amiga.
Abrazos.

[Rafel Calle]

-Ana y Rafel-
Me gustaría destacar, e incluso separar,
si os parece bien a ambos, los poemas con los que habéis interactuado cada uno porque mezclados con las respuestas y comentarios de los demás pierden un valor importante.

Abrazos a los dos.

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A mí también me parece una excelente idea. Nunca agradeceré lo suficiente a los compañeros, especialmente a Julio Bonal, por despertarme las ganas de escribir poemas, y sobre todo a Ana García, que me ha motivado y me sigue motivando muchísimo, baste decir que estoy intentando corresponderle con otro poema. En breve lo tendré acabado.
Abrazos fuertes a las dos.

[Rafel Calle]

En Ajaz,
cuando las campanas callan,
queda un eco suspendido
que no pertenece al pasado,
sino al germen de la aurora.

¿Un ángel azul con el puño en alto?,
no, el ángel abre la mano,
y de ella brotan semillas
que habrán de germinar en una piedra.
En la piedra nacen niños,
cuerpos son de agua pura
y purísimo deseo,
que no temen a la sombra.

¿Dime tú si es la muerte la que calla
o es la vida la que miente?,
porque la muerte —dicen los pájaros—
no es más que una trashumancia sin voz,
lo que permanece es la llama,
el canto desnudo,
el temblor de dos miradas
que se reconocen más allá del miedo.

Ajaz, entonces, se vuelve jardín:
la ruina florece,
el tiempo deja de herir,
y las campanas anuncian
que la vida —incansable—
renace,
renace siempre.

[xaime oroza carballo]

Hermosa complicidad: Ana-Rafel. Un placer la singladura por vuestros sentimientos.

Fonda aperta.

[Ana García]

Muy bueno tu poema. Me has recordado a Ana Rossetti con ese despertar primero al sexo y al amor. Enhorabuena, tu inspiración está en un punto álgido. Abrazos.

Es curioso que cuando algo me falla en el plano personal, esta vez es la salud otras el puñetero amor, la inspiración aumenta. Así que no sé si agradecer el tema o no.
Lo que sí que agradezco es tu atenta lectura y comentario.
Un beso.

[Ana García]

¡Que bonito Ana!. Perdido en nuestros sueños, aún sentimos toda la grandeza de nuestros despertares.
Gran poema, amiga.
Abrazos.

Es difícil olvidar las primeras veces, con nuestro despertar a flor de piel, y si encima fue algo muy bueno se convierte en algo difícil de olvidar.
gracias por tu comentario.
Un abrazo.

[Ana García]

En Ajaz no es todo ruina:
queda un temblor en la piedra,
un aliento mínimo que insiste
en que los muertos también sueñan.

En Ajaz la sombra no muere,
tan solo cambia de piel
y se derrama en los pliegues del silencio.

¿Sabes?, a veces, las ruinas se levantan
y vuelven los pasos que dimos
cuando todavía no sabíamos
que el tiempo no tiene piedad.

Levanta la mirada, mira tú,
verás un mar
que ignora al acantilado,
pero también lo acaricia sin quererlo,
y entre tanto choque nace
la forma de un abrazo secreto.

Piensa que el ángel azul es sombra o ceniza,
que sigue en tus ojos como un reflejo hondo,
y en tu voz se reconoce
aunque la eternidad lo disfrace de ausencia.

El ángel azul persiste, nunca se irá,
tiene el deber de recordarte que incluso la muerte
se desnuda de vez en cuando
para volver a sentir el deseo.

Ajaz es —lo dice el ángel—
condena y júbilo,
sombra que hiere,
luz que insiste...

Si realmente existes en Ajaz
viviremos libres,
abrazando afanes
y expansiones,
derribando gestos hoscos.

Bajaremos dioses de sus nubes,
segaremos ignorancias
y apetitos violentos,
opresores.

Seremos tan fieles a nosotros
que abriremos una hondura
en todos los incrédulos.

La taponarán con fe en el amor
o sucumbirán en ella.

Los muertos de amor
son herejes de la noche.
Están hambrientos.
Tendrán que sucumbir
a nuestro sexo
o desbordar.
Tenemos que vivir en Ajaz,
allí seremos púberes eternos
y no sentiremos pelos en el alma.

[Ana García]

Hermosa complicidad: Ana-Rafel. Un placer la singladura por vuestros sentimientos.

Fonda aperta.

Creo que Rafel supo que me puede un reto, que posiblemente sea lo único que me sacara de mi estado horizontal: cama-sofá.
Su primer comentario-poema fue un acicate para mí.
Gracias por tus palabras, Xaime.
Un fuerte abrazo.

[Rafel Calle]

Existo en Ajaz. Soy azul,
soy un ángel.
He visto tu paso entre ruinas,
tu temblor de adolescencia eterna,
tu voz que busca certezas.

 En Ajaz no quedan más divinidades,
se agotaron los milagros;
la muerte se distrae
y olvida su oficio de sombra.

¿Sabes?, el tiempo no manda en Ajaz.
En Ajaz la piel no envejece,
la memoria se vuelve savia
y el deseo es un río rojo
que traza sobre la piel mapas
que no figuran en ningún libro.

En Ajaz debes amar. Amar sin reservas,
abrir el cuerpo como quien abre un templo
a la plegaria de los vivos.
Amar es obligado, porque cada caricia
es un juramento contra la muerte.

En ajaz debes soñar.
Pero cuidado, porque si sueñas en Ajaz
ya no podrás volver del todo
a la tierra de los mortales.