Rafel Calle escribió: ↑Sab, 12 Jul 2025 12:18
NATURALEZA VERSUS VIDA, DE ALEJANDRO COSTA
En el poema “Naturaleza versus Vida”, Alejandro Costa nos ofrece una elegía reflexiva, impregnada de lirismo y desazón, que sitúa a la naturaleza como espejo emocional de una humanidad herida. Desde sus primeros versos, el texto se alza como un grito silente, un canto contenido donde el llanto de los árboles, el rugido del viento y la tristeza del mar se funden en un solo lamento universal.
Estamos ante un poema que, más allá de su título, no contrapone la naturaleza a la vida, sino que sugiere una simbiosis, una unidad desgarrada por la violencia, la desidia y el olvido humano.
Compuesto en versos de métrica libre, el poema se articula a través de anáforas (
“Deja que…”, “No dejes…”) que marcan el ritmo con insistencia casi salmódica. Esta repetición le confiere al texto un tono de plegaria laica, donde lo que se invoca no es una divinidad, sino la conciencia del lector, su responsabilidad moral ante el deterioro del entorno.
El lenguaje es sencillo pero intensamente poético, y, desde luego, Alejandro no teme incurrir en imágenes que rozan la exaltación emotiva, porque su objetivo no es la contención sino la expresión rotunda del dolor y del anhelo de equilibrio.
Uno de los aciertos del poema es la personificación constante de los elementos naturales:
los árboles lloran, el viento se enfurece, el mar busca compañía, el sol se esconde. Esta humanización del entorno no es gratuita: refuerza el vínculo íntimo entre el mundo natural y el mundo humano. La naturaleza se convierte en víctima y testigo, en madre y en espejo:
“un árbol se compadece del mundo,
y sus raíces maltratadas, asfixiadas,
solo sucumben bajo la tierra que le vio nacer.”
Este fragmento es central: el árbol no solo sufre, siente compasión, se sacrifica, cae en silencio. El símbolo del árbol, asociado a la vida, a la memoria, a la sabiduría, cobra aquí un dramatismo casi sagrado.
El poema transita por una doble corriente: la devastación y la posibilidad de redención. Al principio, la tristeza impera: las raíces desgarradas, los senderos dolientes, las aves que no son inmortales, los ojos adormecidos. Pero hacia la mitad, el poema gira con un leve gesto de esperanza:
“Deja que la vida sea tan solo vida,
que un llanto no obstruya la fe del corazón…”
Aquí emerge una súplica por la armonía, por una razón que guíe y una fe que sostenga. El verso “que el mundo, de paz y amores se alimente” es un clímax de anhelo, un punto luminoso entre tanta sombra.
El último verso —
“Más ya no sufrirá ese viento enfurecido”— actúa como resolución poética y emocional. Hay en él una cesación del dolor, un cierre sereno, tal vez resignado, o quizá esperanzado. El viento, símbolo del tumulto, ha cesado. ¿Porque la naturaleza ha muerto? ¿O porque ha sido, al fin, escuchada?
La ambigüedad final enriquece la lectura: el lector queda en suspenso, entre el consuelo y la alarma, entre el duelo y la posibilidad de reconciliación.
“Naturaleza versus Vida” es un poema que dialoga con la tradición ecológica, existencial y simbólica de la poesía contemporánea, sin renunciar al pathos ni al lirismo. Alejandro Costa logra construir un texto cargado de emoción, que interpela desde lo íntimo a lo colectivo, que no acusa con el dedo, sino con la voz herida de los árboles y el silencio de las aves.
En tiempos donde la palabra “sostenibilidad” se ha vuelto consigna vacía, este poema recuerda que la poesía puede ser conciencia viva, raíz que no quiere ser asfixiada, sino compartida.
Estimado Alejandro, vaya hasta tu tierra mi enhorabuena junto a un fuerte abrazo.