La ventana

[Alejandro Costa]

¡Qué silencio invade el día!

La ventana se alía como compañera de la tristeza de los ojos,
y el silencio,
como la voz que nunca habla fuera del misterio,
el destino inacabado de saberlo todo e ignorar el resto.

Dibuja la ventana un himno de nardos imaginarios,
la sombra oscura de un día melancólico,
el revés de un sol equivocado
o el canto de un jilguero que anidó en el pasado.

Un halo de ternura se enciende en la hoguera calcinada,
la ceniza esboza el tronco que le dio vida,
y como si de una nube destartalada se tratara
expulsa humo confuso una chimenea en eterno declive.

El cristal se resiente ante la indigencia de una mirada del ayer,
hoy ya no esconde los recuerdos,
ni la lentitud con la que los ojos generan imágenes,
tal vez el cielo sea el único capaz de juzgar el instante.

El marco está astillado,
el cristal quebrado,
la vista demasiado cansada,
y la mente es incapaz de rescatar más recuerdos.

Tan solo queda la visión borrosa de una ventana envejecida
y el sonido de un silencio
que yace entre las cenizas de la hoguera de la vida.

[Marina Centeno]

Me invade una nostalgia al leerte, Poeta. Me quedo en el regazo de un verso, evocando el ayer.
Saludos afectuosos.

[Lisandro Sánchez]

"el destino inacabado de saberlo todo e ignorar el resto"

¡Qué buena frase, Alejandro!
Todo el poema está muy bueno, y muy fiel a tu estilo tan característico, pero ese verso especialmente me encantó, me lo guardo en la memoria con sana envidia.
Mi abrazo fraterno, compañero.

Lisandro

[Ana García]

Me han gustado mucho las dos últimas estrofas a pesar de la tristeza que conllevan.
Es el fin sin ganas de renacer, ni esperanzas de vivir.
Es el último hálito de vida.
Corazones fuertes que resisten así, sin ganas de nada.
Un beso enorme.

[Francisco Lobo]

¡Qué silencio invade el día!

La ventana se alía como compañera de la tristeza de los ojos,
y el silencio,
como la voz que nunca habla fuera del misterio,
el destino inacabado de saberlo todo e ignorar el resto.

Dibuja la ventana un himno de nardos imaginarios,
la sombra oscura de un día melancólico,
el revés de un sol equivocado
o el canto de un jilguero que anidó en el pasado.

Un halo de ternura se enciende en la hoguera calcinada,
la ceniza esboza el tronco que le dio vida,
y como si de una nube destartalada se tratara
expulsa humo confuso una chimenea en eterno declive.

El cristal se resiente ante la indigencia de una mirada del ayer,
hoy ya no esconde los recuerdos,
ni la lentitud con la que los ojos generan imágenes,
tal vez el cielo sea el único capaz de juzgar el instante.

El marco está astillado,
el cristal quebrado,
la vista demasiado cansada,
y la mente es incapaz de rescatar más recuerdos.

Tan solo queda la visión borrosa de una ventana envejecida
y el sonido de un silencio
que yace entre las cenizas de la hoguera de la vida.

Quise destacar alguna parte, pero el cierre hizo que me quedara con todo el poema, ya que lo magnifica. Hay que tener valor y tablas para escribir un poema parecido a este. Me viene a la memoria uno sobre una papelera (me es imposible recordar al autor - por mis años-). Recibe mi más efusiva felicitación. Un abrazo.

P.D. "Tropecé " en el terceto que inicia tu trabajo, y tuve que empezar a leer en dos ocasiones. Tal vez el segundo verso fue el culpable.

La ventana se alía como compañera de la tristeza de los ojos (;)
y el silencio,
como la voz que nunca habla fuera del misterio,
el destino inacabado de saberlo todo e ignorar el resto.

Tal vez con punto y coma no hubiese sucedido esto.

[J. J. Martínez Ferreiro]

Me gustó mucho, Alejandro, sobre todo me impresionaron estos hallazgos poético referidos a la ventana:

"La ventana se alía como compañera de la tristeza de los ojos,
.......................................
Dibuja la ventana un himno de nardos imaginarios,
................................................................

El cristal se resiente ante la indigencia de una mirada del ayer,
.........................."

Todo un placer de lectura, querido amigo.