No aplaudas a tu hijo

[Julio Gonzalez Alonso]

En cierto modo me reconozco débil en este tema y he buscado siempre la ocasión de reforzar positivamente a mis hijas cuando hacían bien las cosas; tal vez resulte que mi experiencia fue la de tener un padre del que no recibí reconocimientos, solamente alguno tardío, y que me llevó a pensar que no me quería. O no me quería lo suficiente. En fin, que hizo lo que pudo el hombre. Por eso y tal vez otras cosas, mi actitud para con mis hijas fue bien diferente. Gracias, Lisandro. Salud.

[José Manuel Palomares]

Muchísimas gracias, José. Coincido con vos. Y por supuesto que estos simplísimos versos míos no son más que eso, unos simples versos. Cuando los escribí yo todavía no era padre, y en realidad lo sentí y lo pensé más como un mensaje para uno mismo, como lo planteo en las dos últimas estrofas. Pero como la infancia es algo tan importante, lo llevé para ese lado, para darle más fuerza al mensaje.

Ahora que soy padre te digo dos cosas. La primera... nada me salió como lo esperaba. La segunda... ahora mi hijo cuando va a jugar a la pelota va solo, pero hasta hace un par de meses yo solía acompañarlo. A él le gusta atajar. A veces él jugaba a los penales con un niño más pequeño y por ende mi hijo le tajaba casi todos los tiros, entonces cuando el chiquitín hacía un gol yo se lo festejaba. No creo que por eso yo haya convertido al chiquitín en un "loco payaso buscador de aplausos". O sea, como reza el antiguo consejo griego: todo en su medida y armoniosamente. Por supuesto a esto (la medida justa) nunca lo logramos (yo menos que nadie), pero si lo tenemos como norte, ya es algo, creo.

Mi abrazo fraterno.

Lisandro

PD: No me asustan los comentarios A4.

Nada sale como esperamos, y menos con la paternidad, que das luz a una vida que poco a poco se independiza, en su justa medida sería la frase exacta, pero con esto que cuentas me parece que no lo haces mal del todo. La enseñanza es animar al débil por encima de tu propio hijo, carne de tu carne, lección a tu propio hijo. Imagen que me parece quimérica cuando lo comparo con lo que veo por aquí en algunos campos de fútbol: padres desgañitándose, insultando al árbitro, a sus propios hijos, padres endiablados con su gen competitivo, quisieron ser Messi y no aceptan que su progenie tampoco lo vaya a ser.

Claro que vives en Argentina, seguramente el desierto aún no ha avanzado tanto por allí.

Un gusto leerte, compañero.