Cadáveres de mariposas

[A. Satír]

Nada crece donde se muere tantas veces,
donde la pena es oscura como rosa de primavera,
todo el jardín quedó sembrado de alas,
de una ceniza anaranjada y atardecida.

Al menos lo intenté,
de ahí nacieron labios que soplaron tempestades,
una palabra antigua y severa,
parecida al odio, pariente del olvido.

Un cristal negro cae del cielo,
los vuelos pasados, ya no sienten,
ya no buscan las espinas que guardan la flor,
una tumba de pétalos y latidos,
tu crisálida y la mía dormidas en un ataúd,
porque todo conspira a que no abramos los ojos.

[Concha Vidal]

Arriba este poema, Antonio, para que consiga abrir los ojos desde la esperanza y no desde el ataúd.
Saludos mediterráneos.

[Marisa Peral]

Nada crece donde se muere tantas veces,
donde la pena es oscura como rosa de primavera,
todo el jardín quedó sembrado de alas,
de una ceniza anaranjada y atardecida.

Al menos lo intenté,
de ahí nacieron labios que soplaron tempestades,
una palabra antigua y severa,
parecida al odio, pariente del olvido.

Un cristal negro cae del cielo,
los vuelos pasados, ya no sienten,
ya no buscan las espinas que guardan la flor,
una tumba de pétalos y latidos,
tu crisálida y la mía dormidas en un ataúd,
porque todo conspira a que no abramos los ojos.

Es un poema desolador, Antonio, con la pulcritud y buen hacer que nos muestras siempre pero muy triste.
Espero que desde ese cristal del cielo te llegue un viento de esperanza.
Felicidades y un abrazo.

[Ramón Castro Méndez]

Gran poema de una tristeza definitiva. Aplaudo tus letras. Enhorabuena.

Un fuerte abrazo.

[A. Satír]

Arriba este poema, Antonio, para que consiga abrir los ojos desde la esperanza y no desde el ataúd.
Saludos mediterráneos.

Gracias compañera, un abrazo!

Satír.

[Alejandro Costa]

Triste, casi diría que real.

El fondo es, diría, que hasta agónico.

Los versos forman un ambiente demoledor, con un verso final, potente y genial, que a mi manera de entender le da un plus al poema.

porque todo conspira a que no abramos los ojos.

Simplemente maravilloso.

Un abrazo.

[A. Satír]

Nada crece donde se muere tantas veces,
donde la pena es oscura como rosa de primavera,
todo el jardín quedó sembrado de alas,
de una ceniza anaranjada y atardecida.

Al menos lo intenté,
de ahí nacieron labios que soplaron tempestades,
una palabra antigua y severa,
parecida al odio, pariente del olvido.

Un cristal negro cae del cielo,
los vuelos pasados, ya no sienten,
ya no buscan las espinas que guardan la flor,
una tumba de pétalos y latidos,
tu crisálida y la mía dormidas en un ataúd,
porque todo conspira a que no abramos los ojos.

Es un poema desolador, Antonio, con la pulcritud y buen hacer que nos muestras siempre pero muy triste.
Espero que desde ese cristal del cielo te llegue un viento de esperanza.
Felicidades y un abrazo.

Gracias Marisa, estoy en un ciclo de cierre de heridas, quiero botar todo.
Puede que se vengan más poemas de este tipo, un tanto más oscuros y sin esperanza.

Saludos.


Satír.

[A. Satír]

Arriba este poema, Antonio, para que consiga abrir los ojos desde la esperanza y no desde el ataúd.
Saludos mediterráneos.

Muchas gracias por tus palabras compañera, un abrazo!