regresa el latido del primer poema
de una vida
como una música lejana que se apaga en la noche.
(Constantino Cavafis - Voces - Versión: F.E. León)
que cruzan mi ventana sin volver la mirada.
Son rostros que el olvido aún no ha conseguido
borrar del todo,
pero ya no responden.
Camino entre las horas como quien no se encuentra,
como quien ha perdido el hilo de los nombres.
He dejado señales,
cartas en la brisa,
palabras sin destino en la orilla del aire.
Pero nadie contesta.
Y no es rabia, no es pena:
es esa forma tibia que tiene la distancia
de doler sin romper,
de ausentarse despacio
como el humo en la luz
de una casa vacía.
A veces me pregunto
si alguien, al otro lado,
aún escucha mis pasos
en este sin vivir diario.
Si recuerdan mis gestos,
si sueñan con mi sombra
o si ya no soy nada,
ni siquiera un recuerdo.
Y sin embargo escribo,
no por quien me responda,
sino por no callarme
en este mar de ausencias.