LA ENSENADA DE LA NIEBLA

[Jerónimo Muñoz]

“Adolescente fui” en la ensenada de la Niebla, donde entraba el mar a oleadas aturdidas, repletas de frescor e incertidumbre.

Minúsculas gotas de bruma se adherían a mi piel con su quimérico mensaje de infinitud y su promesa de libertad sin argumentos.

Era el desnudo goce de vivir, la vida neta, el vuelo por la necesaria eternidad del firmamento, el salto hacia un prolífico vacío que germinaba.

Una maraña roja de pulsiones obturaba el cauce por el que afluían las éticas.

En aquellas mañanas de búsqueda y calor, despojado de las ropas de mesura que cosieran las ancianas (toda una audacia mi piel abierta), buceaba en las aguas de la ensenada sin ver más que sombras de peces misteriosos que huían.
Y en la arena, niebla opaca, búsqueda imprecisa, amasijo silencioso de algas sin espinas.

Niebla, niebla que ocultaba vivencias sin freno tras sus colmillos como espadas elásticas.

Posibilidades. Un hervidero de tentativas de acero y miel. Una puerta enorme, abierta al campo donde brotan manantiales prohibidos, donde niñas dormidas sueñan príncipes, donde se pueden degustar esos licores densos que los hombres beben hasta saciarse.

Niebla inquieta y amada, niebla sugerente e incitante, niebla virgen, cruda, muda, simple.
Por la que soñaba, por la que vacilaba, por la que me agitaba, por la que me prolongaba.

Adolescente fui y no reniego de aquellas carencias de cera que derritió la luz.

[Sara Castelar Lorca]

Ese dejarse llevar aparece como un tornado, Jerónimo, y se acentúa más en la forma que le has dado, profunda, meticulosa, enumerada y recorrida hasta la última consecuencia. Hay miradas atrás que hacen crujir los dientes y sentir el calor de la mano que lo describe, como en este caso, que la mirada bucea y no se detiene, de hecho acaba abriéndose a la luz, extenuada y líquida, como el ardor cuando se impone y nos arrasa.
Me ha encantado esta adolescencia tuya, Jerónimo, y afinando más, esa vida neta, por dios, cuánto hay ahí.

Un abrazo

Sara

[Julio Gonzalez Alonso]

Amigo Jerónimo, has conseguido hacerme revivir el espíritu de aquellos jóvenes de los 60 en la evocación de una adolescencia que no adoleció de nada para ser fiel a sí misma. Me ha gustado la reivindicación de esta etapa de nuestra vida.
Salud.

[Blanca Sandino]

(...) donde entraba el mar a oleadas aturdidas, repletas de frescor e incertidumbre.


Poco más o menos, esas palabras, creo yo, definirían nuestra adolescencia. Has elegido tres adjetivos perfectos: aturdida, frescor, incertidumbre.

(toda una audacia mi piel abierta)

Uff... fantástico.

Respecto a la estructura que has elegido, ya sabes que a mí me gusta. En fin, que ha sido estupendo este paseito por tu adolescencia. Lo he disfrutado. Gracias.



Blanca

[Alonso de Molina]

el poema, lo veo como poema, se adentra en la niebla arremetiendo los recuerdos, en algún momento mientras lo escribías has apretado los puños o lo dientes, quizá ambas cosas, pero seguro y sobre todo, en algún momento has encogido los hombros mientras sonriendo ladeabas un poco la cabeza, como diciendo aquí sigo, aquí estoy con la ilusión de los días, derritiendo la luz y buscando tapias para saltarlas.

un fuerte abrazo Jerónimo

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[Hallie Hernández Alfaro]

Tu poema me llena de fuerza y de emoción lírica.

Gracias, por crear estos testimonios inolvidables.

Un abrazo con mi sincera enhorabuena.

Hallie

[Benjamín León]

Magnífico poema, Jerónimo, ese alargar los versos es como alargar la vida y detenerse a mirar lo andado. La materialización de los elementos de la naturaleza en la experiencia propia como una parte del ser logra, a mi entender, crear un lazo con lo más verídico de los humanos, con la esencia, aún con sus temores y posibilidades. La luz que desprende el poema y la libertad que ofrece en sus lecturas, aun sin dejar a la deriva la unidad, es alta, llega, se queda, y libera en tu decir. Hay poesía, hay edad, hay poesía. Un gusto la lectura.

Un saludo fraterno, Benjamín.

[Raúl Pozo Madrid]

“Adolescente fui” en la ensenada de la Niebla, donde entraba el mar a oleadas aturdidas, repletas de frescor e incertidumbre.

Minúsculas gotas de bruma se adherían a mi piel con su quimérico mensaje de infinitud y su promesa de libertad sin argumentos.

Era el desnudo goce de vivir, la vida neta, el vuelo por la necesaria eternidad del firmamento, el salto hacia un prolífico vacío que germinaba.

Una maraña roja de pulsiones obturaba el cauce por el que afluían las éticas.

En aquellas mañanas de búsqueda y calor, despojado de las ropas de mesura que cosieran las ancianas (toda una audacia mi piel abierta), buceaba en las aguas de la ensenada sin ver más que sombras de peces misteriosos que huían.
Y en la arena, niebla opaca, búsqueda imprecisa, amasijo silencioso de algas sin espinas.

Niebla, niebla que ocultaba vivencias sin freno tras sus colmillos como espadas elásticas.

Posibilidades. Un hervidero de tentativas de acero y miel. Una puerta enorme, abierta al campo donde brotan manantiales prohibidos, donde niñas dormidas sueñan príncipes, donde se pueden degustar esos licores densos que los hombres beben hasta saciarse.

Niebla inquieta y amada, niebla sugerente e incitante, niebla virgen, cruda, muda, simple.
Por la que soñaba, por la que vacilaba, por la que me agitaba, por la que me prolongaba.

Adolescente fui y no reniego de aquellas carencias de cera que derritió la luz.

No sé si este trabajo se podría denominar prosa poética, (tú de eso sabes mucho más que yo) pero en cualquier caso me ha impresionado su belleza, Jerónimo.

Un placer entrar.

Mi abrazo.

[Jerónimo Muñoz]

Ese dejarse llevar aparece como un tornado, Jerónimo, y se acentúa más en la forma que le has dado, profunda, meticulosa, enumerada y recorrida hasta la última consecuencia. Hay miradas atrás que hacen crujir los dientes y sentir el calor de la mano que lo describe, como en este caso, que la mirada bucea y no se detiene, de hecho acaba abriéndose a la luz, extenuada y líquida, como el ardor cuando se impone y nos arrasa.
Me ha encantado esta adolescencia tuya, Jerónimo, y afinando más, esa vida neta, por dios, cuánto hay ahí.

Un abrazo

Sara

Es muy gratificante encontrar quien te lea con la atención, el conocimiento y la sensibilidad tuya. Tendría que escribir, como respuesta a tus palabras, otro poema, para acercarme algo a las alturas literarias de tu comentario.
Gracias, Sara. Seguimos.

Un beso.

[Jerónimo Muñoz]

Amigo Jerónimo, has conseguido hacerme revivir el espíritu de aquellos jóvenes de los 60 en la evocación de una adolescencia que no adoleció de nada para ser fiel a sí misma. Me ha gustado la reivindicación de esta etapa de nuestra vida.
Salud.

¡Maravillosos jóvenes los de los 60! Aquella generación que algunos calificaron de vacía, pero de la que no se deja de hablar. Yo la llamo la Generación del Sueño, ese sueño que rompió con Trento, con Nietsche, con san Pablo, con Lenin y hasta con Parménides. Un sueño que perdurará. El Sueño está ahí, vivo.
Gracias, Julio. Tus palabras me hacen tu cómplice.

Un abrazo.

[Jerónimo Muñoz]

(...) donde entraba el mar a oleadas aturdidas, repletas de frescor e incertidumbre.


Poco más o menos, esas palabras, creo yo, definirían nuestra adolescencia. Has elegido tres adjetivos perfectos: aturdida, frescor, incertidumbre.

(toda una audacia mi piel abierta)

Uff... fantástico.

Respecto a la estructura que has elegido, ya sabes que a mí me gusta. En fin, que ha sido estupendo este paseito por tu adolescencia. Lo he disfrutado. Gracias.



Blanca

Deliciosa adolescencia a pesar de su aturdimiento , de su frescura y de su incertidumbre.
Gracias por tu admisión de mi estructura actual. Quizás debiera escribir de otra forma, pero, la verdad: hoy por hoy, no puedo. Y no creo que deba (por ahora).
Y gracias, muchas (como tú dices), por estar cerca de mi sensibilidad y comprenderla.

Un beso.

[Jerónimo Muñoz]

el poema, lo veo como poema, se adentra en la niebla arremetiendo los recuerdos, en algún momento mientras lo escribías has apretado los puños o lo dientes, quizá ambas cosas, pero seguro y sobre todo, en algún momento has encogido los hombros mientras sonriendo ladeabas un poco la cabeza, como diciendo aquí sigo, aquí estoy con la ilusión de los días, derritiendo la luz y buscando tapias para saltarlas.

un fuerte abrazo Jerónimo

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Como poema también lo catalogo yo, Alonso, aunque de calidad discutible. Porque la Poesía no puede encorsetarse en la mera forma: es un todo unitario que trasciende esos encasillamientos que no tienen otra misión que la de parcializar las visiones.
Es muy profundo y muy poéticamente expresivo tu comentario, y yo te lo agradezco con el alma.

Un abrazo.

[Marian Ramentol Serratosa]

Un paseo nostálgico por loq ue siempre queda, paisajes interiores que nos forman y conforman, un placer este camino, un placer ser caminante.

Mis besos
Marian

[Jerónimo Muñoz]

Hallie Hernández Alfaro

Benjamín León

Raúl Pozo Madrid

Marian Ramentol Serratosa


Os agradezco vuestra lectura y esos entrañables comentarios.
Vuestra cercanía es el premio más ilustre que pueden recibir mis desvaídas letras.

Un abrazo a todos.

[Blanca Sandino]

(...) donde entraba el mar a oleadas aturdidas, repletas de frescor e incertidumbre.


Poco más o menos, esas palabras, creo yo, definirían nuestra adolescencia. Has elegido tres adjetivos perfectos: aturdida, frescor, incertidumbre.

(toda una audacia mi piel abierta)

Uff... fantástico.

Respecto a la estructura que has elegido, ya sabes que a mí me gusta. En fin, que ha sido estupendo este paseito por tu adolescencia. Lo he disfrutado. Gracias.



Blanca

Deliciosa adolescencia a pesar de su aturdimiento , de su frescura y de su incertidumbre.
Gracias por tu admisión de mi estructura actual. Quizás debiera escribir de otra forma, pero, la verdad: hoy por hoy, no puedo. Y no creo que deba (por ahora).
Y gracias, muchas (como tú dices), por estar cerca de mi sensibilidad y comprenderla.

Un beso.

Yo, dentro de lo poquito que pueda influenciarte, diría que no has de escribir de otra forma si es ésta la que 'bulle' en tu pensamiento. Imagino, no, imagino no, seguro que es así, que habrás sentido ese pellizquito de satisfacción, de emoción, de 'adolescencia', que supone escribir para uno mismo. Es entonces cuando nos damos cuenta de que somos felices por haberlo hecho, independientemente de qué, o qué no, opinen los demás.


Por cierto, tú que entiendes mucho más que yo, ¿incertidumbre es un adjetivo? Mucho me temo... que no lo es.

Gracias de nuevo, Jerónimo.

Blanca