Mira,
- dijiste –
y tus ojos eran lámparas de nocturna espuma.
Encendí los labios.
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- Música -
Apenas un roce los dedos,
y un millar de saltamontes verdes
- como xilófonos -
sacuden todas y cada una
de las vértebras que alinean mi espalda.
Suena un adagio.
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- Aire-
A veces el viento se empecina
en volcar rachas de pájaros azules
sobre los hombros.
Entonces abro las manos y acaricio el aire.

Empieza la primavera golosa y verde en estas montañas tan profundas alicantinas, hay veces que mi mar y ellas hasta se abrazan. Como ahora.