Estaciones alternativas XXI - XXIV - Piedras

[J. J. Martínez Ferreiro]

Admiro tu poesía; aprendo de ti; me siento cómplice tuyo, pero siempre algo más abajo. Es una fortuna encontrarte en este foro al que das brillo.
Abrazos querido amigo.

Jerónimo

Un fuerte abrazo, Jerónimo, allá donde estés.

[J. J. Martínez Ferreiro]

Quieta, ten cuidado, no estreches una mano distraída
ni abras un eco en la noche insomne.

XXIV
Bajo el oleaje de las palmeras en el silencioso azul de la tarde
corre el enemigo solitario, el cazador secreto;

tras él, el triunfante galope de los caballos muertos.

XXV
Es posible que el mar se reparta entre los ahogados
soñando las llanuras abisales en sus túmulos vagos y promiscuos;

yo siento sus gritos silentes
que ya no pueden pronunciar el dolor.

Reitero, Ferreiro, que veo en ti un mundo propio derramado hacia los demás sin que estos puedan aprehenderlo, de tal forma es tuyo, tuyo y nada más. Como el del llorado Lucio Battisti, tú también cierras la puerta y tiras la llave.

Gracias, Enrique, por estos generosos comentarios que haces del valor de mi poesía; todo un honor, querido amigo.

Un abrazo.

[J. J. Martínez Ferreiro]

Magníficas tus estaciones alternativas, Ferreiro:

Te sigo

Felicidades
Un beso grande
Ana

Gracias, Ana, por pasar y seguir tan generosamente mis trabajos poéticos.

Un bico.

[xaime oroza carballo]

XXI
La historia piensa la distancia entre los hombres
porque vislumbran que una curva de tiempo
irremediablemente los une
—la traza de un azar desvanecido,
y al fondo la puerta lejana
que abre el olvido a lances y odiseas.

XXII
Desde las terrazas de agosto
vimos las estrellas más anchas
y diáfanas sus cruces.

Vimos los astros girar lentamente
—la vida
irrumpiendo a grandes zancadas.
A la luz de las lámparas altivas
se ahuecaba el fantasma de las piedras.

Detente, ten cuidado,
no estreches una mano distraída
ni desgarres la noche insomne.

XXIII
Bajo la marejada de palmeras
trepidando,
avanza el enemigo solitario,
el cazador secreto;
tras él, a galope triunfante,
las yeguas muertas.

XIV
Es posible que el mar
se reparta entre los ahogados
divagando en sus túmulos,
confusos y promiscuos
—yo siento sus gritos silentes
que ya no pueden pronunciar el dolor.

Todo un furado negro con saída ao alén da esperanza adormecida.

Un bico boi meu.