La azotea abre su espacio al viento,
la ciudad respira un aire grisáceo
y un adolescente mira el vacío
a un palmo de sus pies.
En el muro de la realidad
no encuentra expectativas
mas allá de esa sombra ingrávida
que hiere sin remedio
y la geometría de unos días
que corren sin descanso.
Matemáticas de la frustración:
restar esperanzas,
sumar miedos,
multiplicar días iguales
que nunca dan el resultado esperado.
El viento trae
palabras frío adentro,
un recuerdo punzante,
un secreto guardado a cal y canto
y una promesa absurda
que no se atreve a consumar.
Ahí arriba sigue,
un pájaro de plomo
sobre el borde del mundo.