Crítica literaria a "El carnaval de la doncella", de Ramón Carballal
- Rafel Calle
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Crítica literaria a "El carnaval de la doncella", de Ramón Carballal
“El Carnaval de la doncella” es un ejercicio rítmico-literario que explora el simbolismo del disfraz y la identidad en el contexto de un posible carnaval, una festividad (como la vida misma) donde lo oculto y lo revelado conviven en un juego de ambigüedades.
Desde el primer verso, el poema plantea una dicotomía entre la apariencia y la esencia: ”¿Qué hay detrás del ropaje y la máscara sino tu desnudez / fruto de una herencia más antigua que tu nombre?”. Aquí, la máscara no solo es un elemento de ocultamiento, sino una metáfora de la identidad heredada, aquella que precede incluso al nombre propio. Esta idea se entrelaza con una atmósfera de jolgorio carnavalesco, donde la multitud y la sátira configuran un espacio de transgresión y libertad efímera.
En el aspecto rítmico “El Carnaval de la doncella” se caracteriza por su estructura libre, con versos de extensión variable y una marcada musicalidad interna. Aunque no sigue un esquema métrico regular, el ritmo se construye a partir de una combinación de encabalgamientos, enumeraciones y un uso sostenido de aliteraciones y paralelismos.
El poema, obviamente, carece de una métrica fija y no está sujeto a estrofas tradicionales, ya que es monoestrófico. En cambio, se organiza en una sucesión de versos largos y sinuosos, que oscilan entre el endecasílabo, el alejandrino y versos de hasta dieciséis sílabas. Esta irregularidad métrica contribuye a la sensación de fluidez y dinamismo, imitando el movimiento del carnaval y su carácter de espectáculo en constante transformación.
El uso del verso largo, junto con la ausencia de pausas marcadas por signos de puntuación fuertes, genera un ritmo envolvente. Se observa un predominio del encabalgamiento abrupto, que acelera la lectura y evita la sensación de cierre en cada verso.
Carballal emplea la enumeración y acumulación léxica, frecuentemente en listas de elementos que contribuyen a la riqueza sensorial del poema. Ejemplo de esto es la enumeración de elementos del atuendo de la doncella:
”¿Qué ocultas bajo el canesú, el miriñaque,
la enagua con lazos verdes y rojos,
el vestido de seda expuesto a la luz de las arañas,
amarilla como savia de ámbar en tu piel fingida,
tus medias color de nube, los finos zapatos
que calzan tus pies vírgenes, la muselina y el abanico,
los polvos de arroz, el carmín de la boca,
los pendientes de cristal y ese rubor de dama núbil (…)?”
La acumulación intensifica la sensación de artificiosidad y de exceso, reflejando el barroquismo propio del carnaval.
Así mismo, la disposición de los versos con encabalgamientos frecuentes impide una lectura pausada y enfatiza la continuidad del pensamiento. Por ejemplo:
“Cantos,
risas, el baile de las sombras, la identidad es un misterio
sin revelar, las carrozas engalanadas con el artesonado alegre
de la vestimenta florida, el rímel, la faz oculta (…).”
La combinación de frases yuxtapuestas y la ausencia de puntuación fuerte entre versos contribuyen a un ritmo de cadencia envolvente, propio de una narración que avanza sin interrupciones.
Además, la repetición de sonidos similares (aliteraciones) refuerza la armonía del poema y genera un efecto de musicalidad, imitando la atmósfera festiva del carnaval. Se puede observar en versos como:
“los cánticos agridulces donde la sátira
es una algarabía de coplas procaces, de atrevimiento en la voz
fingida que cree conocer el alma de los espejos, ingenio
de arrabal, de plazas multitudinarias, de tambores y guitarras (…).”
La reiteración de sonidos líquidos (/l/ y /r/) y silbantes (/s/ y /z/) crea una cadencia que evoca la algarabía de la multitud y el bullicio carnavalesco.
Y, bueno, a lo largo del poema, aparecen estructuras repetitivas que refuerzan su tono litúrgico y teatral. Un ejemplo es el inicio de las preguntas retóricas que enmarcan el poema (”¿Qué hay detrás del ropaje y la máscara sino tu desnudez (…)?” y ”¿Qué ocultas bajo el canesú, el miriñaque, la enagua con lazos verdes y rojos (…)?”). Estas fórmulas interrogativas establecen un patrón cíclico que refuerza la idea de un enigma sin resolver.
Desde luego, es loable la habilidad técnica y rítmica de Ramón Carballal, que en El Carnaval de la doncella tiene el sostén de una estructura flexible, basada en la acumulación de imágenes, el encabalgamiento y el uso de recursos sonoros como la aliteración y el paralelismo. La irregularidad métrica y la cadencia fluida —marcas de identidad muy frecuentes en la poesía de Carballal—, refuerzan la sensación de movimiento y artificio, características esenciales del carnaval. A través de estas técnicas, Carballal consigue plasmar en su poesía la efímera teatralidad de la identidad y el juego de máscaras propio de la festividad.
En cuanto al asunto técnico-literario, Carballal construye su poema con una estructura barroca, en la que la enumeración y la acumulación de imágenes generan una sensación de exceso y exuberancia, propias del carnaval. La referencia a “el baile de las sombras”, “los cánticos agridulces”, “el rímel, la faz oculta”, o “el ingenio de arrabal” remite a un mundo donde lo real y lo ficticio se confunden, sugiriendo una crítica a la rigidez de las normas sociales y a la artificialidad de los roles de género.
Uno de los aspectos más interesantes del poema es la ambigüedad en la identidad de la doncella, que no se presenta como una figura definida, sino como un ser mutable: “quizá de hombre-mujer / o de mujer-hombre”. Esta indefinición refuerza la idea de que el carnaval es un espacio de subversión donde los límites de lo masculino y lo femenino se diluyen.
En la segunda parte del poema, la descripción de la vestimenta de la doncella enfatiza la artificiosidad de la imagen: “bajo el canesú, el miriñaque, / la enagua con lazos verdes y rojos”. Cada prenda y adorno contribuye a la construcción de un personaje que es, en última instancia, una ilusión. Sin embargo, bajo estos elementos de ornato, el poema insinúa la existencia de un yo verdadero, oculto pero latente.
El lenguaje de Carballal es rico en sinestesias y metáforas visuales: “el vestido de seda expuesto a la luz / de las arañas, amarilla como savia de ámbar en tu piel fingida”, lo que dota al poema de una textura sensorial intensa. La mención final al “rigodón estelar de la noche” sugiere un cierre en el que la doncella queda atrapada en la música del carnaval, un instante de ensueño antes de la disolución inevitable de la fiesta.
En definitiva, El Carnaval de la doncella es un poema que reflexiona sobre la identidad, el artificio y la fugacidad de la ilusión. A través de una imaginería rica y un tono que oscila entre lo festivo y lo melancólico, Ramón nos invita a cuestionarnos qué hay detrás de nuestras propias máscaras.
Mi enhorabuena, don Ramón Carballal.
Un abrazo.
P.D. Ramón, aquí tienes un pequeño estudio rítmico-literario de tu poema (no será el último), en agradecimiento a los muchos años que llevas aportando, sumando... en Alaire. Vamos a ver si, entre todos, podemos avivar la participación en los foros.