La culpa nunca es de los otros

[Ricardo López Castro]

Si en la vida tuviese que elegir
entre sábanas limpias o manchadas,
basaría mi decisión
en la complejidad del otro,
intentando copiar el pensamiento.

El día en que las charlas reconforten
-Qué día más amable.-,
estas suposiciones echarían el cierre.

Mientras decido, el sol lleva cuarenta meses en ayunas,
la guitarra maciza ha marchitado,
canción del oro en la mirada,
del limonero oculto,
vandalismo.

Al caníbal le sobran las razones.
Resido en un vergel de luces asesinas,
decoro la navaja raquítica con sangre,
sangre que se congela en mi alma.

Debe ser luna nueva, según el cielo pardo
donde la nube cenicienta se ahoga,
negro e inmaculado, mis vibraciones suenan,
en la entraña sinuosa del silencio,
el silencio, ese eureka, y cien veces eureka,
hallazgo de la voz.

Lo tengo claro, si mis fuerzas no alcanzan,
es porque algún intruso,
alguna sensación hostil,
un viejo conocido,
me hace sentir culpable.

¿Dónde vierto el amor?
Qué viento se lo lleva,
qué desaire o desprecio me separan de ti
-Ilusa compañía de palmeros.-,
me arengan, me suspiran, mueren antes que yo,
como si fuera un ídolo.

Sueños que se empecinan en traerme desgracias,
me completan, dolor o sufrimiento,
vengan de las imágenes sin olvido
-No sabes lo que guardo, qué derrotas, qué cáspitas.-,
sin memoria, que rozan el presente,
me peinan la conciencia, me vuelvo razonable, incluso lógico.

Ese vago noviazgo,
la probabilidad de que funcione
mi inteligencia, de que la aplique al fruto de tu vientre,
a la exoneración.

Amplitudes de besos, altura de intenciones,
me anticipo a la vida,
en que tú me dejaste,
sin arte ni visiones -No eras epifanía, eras hipnosis.-,
y no era tan rara como la recordaba,
recuerdo de ese limbo, ese juego de cuerpos,
de sonidos y sombras.

Ahora no te veo, esta distancia
es como una serpiente en medio de la nada.

¿Debo inventar estrellas para seguir el norte?
Este rumor de polvo estalla entre las piedras,
mis oídos escuchan contra el suelo,
tus pasos alejarse.

Ninguna posición o coordenada,
me liberan del mapa del tesoro,
de la raíz del tiempo,
de mi último yo, hace ya tres segundos,
de vivir en los otros.

[E. R. Aristy]

Si en la vida tuviese que elegir
entre sábanas limpias o manchadas,
basaría mi decisión
en la complejidad del otro,
intentando copiar el pensamiento.

El día en que las charlas reconforten
-Qué día más amable.-,
estas suposiciones echarían el cierre.

Mientras decido, el sol lleva cuarenta meses en ayunas,
la guitarra maciza ha marchitado,
canción del oro en la mirada,
del limonero oculto,
vandalismo.

Al caníbal le sobran las razones.
Resido en un vergel de luces asesinas,
decoro la navaja raquítica con sangre,
sangre que se congela en mi alma.

Debe ser luna nueva, según el cielo pardo
donde la nube cenicienta se ahoga,
negro e inmaculado, mis vibraciones suenan,
en la entraña sinuosa del silencio,
el silencio, ese eureka, y cien veces eureka,
hallazgo de la voz.

Lo tengo claro, si mis fuerzas no alcanzan,
es porque algún intruso,
alguna sensación hostil,
un viejo conocido,
me hace sentir culpable.

¿Dónde vierto el amor?
Qué viento se lo lleva,
qué desaire o desprecio me separan de ti
-Ilusa compañía de palmeros.-,
me arengan, me suspiran, mueren antes que yo,
como si fuera un ídolo.

Sueños que se empecinan en traerme desgracias,
me completan, dolor o sufrimiento,
vengan de las imágenes sin olvido
-No sabes lo que guardo, qué derrotas, qué cáspitas.-,
sin memoria, que rozan el presente,
me peinan la conciencia, me vuelvo razonable, incluso lógico.

Ese vago noviazgo,
la probabilidad de que funcione
mi inteligencia, de que la aplique al fruto de tu vientre,
a la exoneración.

Amplitudes de besos, altura de intenciones,
me anticipo a la vida,
en que tú me dejaste,
sin arte ni visiones -No eras epifanía, eras hipnosis.-,
y no era tan rara como la recordaba,
recuerdo de ese limbo, ese juego de cuerpos,
de sonidos y sombras.

Ahora no te veo, esta distancia
es como una serpiente en medio de la nada.

¿Debo inventar estrellas para seguir el norte?
Este rumor de polvo estalla entre las piedras,
mis oídos escuchan contra el suelo,
tus pasos alejarse.

Ninguna posición o coordenada,
me liberan del mapa del tesoro,
de la raíz del tiempo,
de mi último yo, hace ya tres segundos,
de vivir en los otros.

Wow! Un poema excelso, conmovedor. Plasmado de suaves violencias, oleaje de poesía y luchas profundas. Mirando directamente al ojo de la tormenta y declarando la decisión de ese último yo, latente: decido. La verdad es que tu arte poética es trascendental y hermosa. Abrazos, Ricardo

[Ricardo López Castro]

Si en la vida tuviese que elegir
entre sábanas limpias o manchadas,
basaría mi decisión
en la complejidad del otro,
intentando copiar el pensamiento.

El día en que las charlas reconforten
-Qué día más amable.-,
estas suposiciones echarían el cierre.

Mientras decido, el sol lleva cuarenta meses en ayunas,
la guitarra maciza ha marchitado,
canción del oro en la mirada,
del limonero oculto,
vandalismo.

Al caníbal le sobran las razones.
Resido en un vergel de luces asesinas,
decoro la navaja raquítica con sangre,
sangre que se congela en mi alma.

Debe ser luna nueva, según el cielo pardo
donde la nube cenicienta se ahoga,
negro e inmaculado, mis vibraciones suenan,
en la entraña sinuosa del silencio,
el silencio, ese eureka, y cien veces eureka,
hallazgo de la voz.

Lo tengo claro, si mis fuerzas no alcanzan,
es porque algún intruso,
alguna sensación hostil,
un viejo conocido,
me hace sentir culpable.

¿Dónde vierto el amor?
Qué viento se lo lleva,
qué desaire o desprecio me separan de ti
-Ilusa compañía de palmeros.-,
me arengan, me suspiran, mueren antes que yo,
como si fuera un ídolo.

Sueños que se empecinan en traerme desgracias,
me completan, dolor o sufrimiento,
vengan de las imágenes sin olvido
-No sabes lo que guardo, qué derrotas, qué cáspitas.-,
sin memoria, que rozan el presente,
me peinan la conciencia, me vuelvo razonable, incluso lógico.

Ese vago noviazgo,
la probabilidad de que funcione
mi inteligencia, de que la aplique al fruto de tu vientre,
a la exoneración.

Amplitudes de besos, altura de intenciones,
me anticipo a la vida,
en que tú me dejaste,
sin arte ni visiones -No eras epifanía, eras hipnosis.-,
y no era tan rara como la recordaba,
recuerdo de ese limbo, ese juego de cuerpos,
de sonidos y sombras.

Ahora no te veo, esta distancia
es como una serpiente en medio de la nada.

¿Debo inventar estrellas para seguir el norte?
Este rumor de polvo estalla entre las piedras,
mis oídos escuchan contra el suelo,
tus pasos alejarse.

Ninguna posición o coordenada,
me liberan del mapa del tesoro,
de la raíz del tiempo,
de mi último yo, hace ya tres segundos,
de vivir en los otros.

Wow! Un poema excelso, conmovedor. Plasmado de suaves violencias, oleaje de poesía y luchas profundas. Mirando directamente al ojo de la tormenta y declarando la decisión de ese último yo, latente: decido. La verdad es que tu arte poética es trascendental y hermosa. Abrazos, Ricardo

Me alegra mucho saber que así lo sientas y lo pienses. Trascendental, al menos para mí, sí que lo es.
De hecho, mis poemas guardan algún ingrediente en común, siempre, con mis efemérides.
Es una conexión difícil de explicar. Pero a veces, hasta resultan harmónicos, y no hablo de ritmos y medidas.
Tú me entiendes, seguro.
Gracias por conectarme al foro, de nuevo, ¡Con lo difícil que soy yo!
Abrazos y felicidad, con mi admiración, que aunque no salga siempre mencionada, ahí queda, ya lo sabes.
Profunda huella la tuya, ERA, en un poema bastante curioso, en el que si lo leo con calma, dado que siempre escribo con prisas, se ha desarrollado con palos de ciego. Del resultado estoy más que satisfecho.
No se me suelen escapar las ideas para crear, y esto es una muestra de ello, por ello estoy orgulloso.

[Alejandro Costa]

Otro extenso y excelso poema de Ricardo.

Y otro que he leído con sumo placer.

Me ha gustado.

Un abrazo.

Salud, paz y felicidad.

[Ricardo López Castro]

Otro extenso y excelso poema de Ricardo.

Y otro que he leído con sumo placer.

Me ha gustado.

Un abrazo.

Salud, paz y felicidad.

Gracias de nuevo por comentar.

[Rafel Calle]

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