Que la vergüenza cambie de bando

Poemas en verso y/o en prosa de cualquier estructura y/o combinación.

Moderadores: J. J. Martínez Ferreiro, Rafel Calle

Francesch Vicent
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Que la vergüenza cambie de bando

Mensaje sin leer por Francesch Vicent »

Con la insistencia del hacha
un sueño funesto se adentró en el corazón
de Gisèle Pélicot,
que estalló en trozos inaccesibles,
anegándole la boca y ahogando su grito.
Enemigos con forma tirana,
voz como tormenta invernal de cuchillos
y risa atronadora la violaron
durante diez insufribles años
con sus cuerpos terribles,
arrebatándole el espacio,
las dimensiones y el centro de gravedad,
y llevándose consigo la vida y todo su mundo.
Ni un testigo para constatar tanta soledad estridente.

“¡Ay qué dolor! Se me desgarra
el corazón al irse hacia la sombra,
porque en el cuarto de al lado,
en lo oscuro del miedo,
animales obscenos,
armatostes espantosos me abrasan,
haciéndose pasar por la causa de mi llanto.”


No eran monstruos, tenían un nombre,
-a Giséle pronunciarlo le lastimaba los labios
y le hacía sangre en las palabras-
y también un amor de madre, la que los parió
y seguramente cuidó y alimentó y educó
y sacó adelante para que fueran
personas sencillas,
pero de gozosa presencia,
corazón generoso y larga sonrisa,
amantes de todo lo vivo y del fuego ardiente,
del canto que adorna el alba
y de la mujer total con los ojos serenos.

“¿No hay ninguna esperanza
de que todo se arregle,
de que ceda el dolor?
¿No habrá para mí
más jóvenes primaveras
ni un final feliz
que preludie otros días?"


No, que no eran monstruos,
que la mayoría eran padres de familia
-para Gisèle, una jauría humana
con sus cuerpos terribles
y su boca repleta de colmillos-
con hijos a su cargo,
a los que supuestamente amaban
y cuidaban y alimentaban
y educaban y sacaban adelante;
que hablaban, respiraban
y soportaban diariamente un trabajo
y en sus ratos de ocio entrenaban
seguramente a algún equipo infantil
de fútbol, cocinaban, iban al cine
o al teatro, leían o se dedicaban
a observar el vuelo de una mosca
mientras aumentaban su colección
de jarras vacías de cerveza.

"Si, más bien, todo el dolor
me invadirá de nuevo
y tengo que seguir respirando
y soportar la luz
y masticar para siempre mis lágrimas,
dame, ¡oh noche!, tu abismo
o tus horrores, lo que venga
con tal de que no sea el día
ni el sucio relente de los hombres.”


Pero Gisèle Pèlicot, que durante diez años
fue sometida a mil y una vejaciones
como un personaje de Sade
con la venia de un marido
escupiendo cobardía a borbotones,
se ha alzado porque su vida,
como la de todas las mujeres,
es de valor incalculable
y por las manos tendidas, abiertas y azules,
y las claras estrellas y los libros verdes
y la alta esperanza y los ojos
que reflejan jazmines y los candores más íntimos
y por las hojas caídas y el trigo que dora la tierra
y el olor del pan de la mañana y el agua toda.
“He mostrado mi rostro sereno
a las gotas de miedo
que, adheridas a mi cuerpo, han huido
y, al renacer para siempre,
he podido partir por la mitad
a los monstruos terribles, decapitarlos
como hizo Judith con Holofernes;
y porque ha llegado la hora
de que la vergüenza cambie de bando,
no me he escondido en otro nombre
para que mi historia
nunca quede amordazada por el olvido.”
Última edición por Francesch Vicent el Mar, 31 Dic 2024 1:08, editado 12 veces en total.
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Marisa Peral
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Re: Que la vergüenza cambie de bando

Mensaje sin leer por Marisa Peral »

Terrorífico por donde lo leas.
Describes en tu poema revelador con cirugía milimétrica lo sucedido durante 30 años a esta pobre mujer.
Ojalá la justicia sea eso, justicia de verdad.

Tu denuncia merece volar, para que no ocurran estas atrocidades.

Gracias por compartirlo y un abrazo.
—-
Marisa Peral Sánchez

¡Nunca te dejes poner
el tornillo que te falta.
Corre y se feliz!

—-
Francesch Vicent
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Re: Que la vergüenza cambie de bando

Mensaje sin leer por Francesch Vicent »

Marisa Peral escribió: Vie, 06 Dic 2024 17:06 Terrorífico por donde lo leas.
Describes en tu poema revelador con cirugía milimétrica lo sucedido durante 30 años a esta pobre mujer.
Ojalá la justicia sea eso, justicia de verdad.

Tu denuncia merece volar, para que no ocurran estas atrocidades.

Gracias por compartirlo y un abrazo.
Un día Gisèle Pélicot tomó conciencia de su situación y ella sola se enfrentó a un patriarcado, machista, misógino, prepotente, violento, criminal y violador, dominante aún en la sociedades modernas. Denunció ante la justicia a su marido y a los energúmenos que durante 30 años la violaron. En el juico quiso ponerse frente a ellos y mirarles a la cara para que agacharan la cabeza, porque ya era hora de que la vergüenza cambiara de bando y lo consiguió.
Muchas gracias, amiga poetisa, por tan mágnífico comentario. Y lo de que mi "denuncia merece volar", es algo complicado...
Un afectuoso saludo.
E. R. Aristy
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Re: Que la vergüenza cambie de bando

Mensaje sin leer por E. R. Aristy »

Francesch Vicent escribió: Vie, 06 Dic 2024 12:11 Con la insistencia del hacha
un sueño funesto se adentró en el corazón
de Gisèle Pélicot,
que estalló en trozos inaccesibles,
anegándole la boca y ahogando su grito.
Enemigos con forma tirana,
voz como tormenta invernal de cuchillos
y risa atronadora la violaron
durante treinta insufribles años
con sus cuerpos terribles.
Ni un testigo para constatar
tanta soledad estridente.

No, que no eran monstruos,
aunque Giséle los imaginara
con forma tirana y cuerpos terribles.
Tenían un nombre y una madre,
la que los parió y seguramente
amó y cuidó y alimentó y educó
y sacó adelante para que fueran
personas buenas, compasivas
y solidarias, amigos de sus amigos,
ciudadanos trabajadores, reivindicativos,
responsables, democráticos y defensores
de los derechos humanos.

Aunque Giséle tuviera pesadillas
con su voz como tormenta invernal
de cuchillos y su risa atronadora,
no, que no eran monstruos.
La mayoría eran padres de familia
con hijos a su cargo
a los que supuestamente amaban
y cuidaban y alimentaban
y educaban y sacaban adelante;
que trabajaban en las más variopintas
profesiones y en sus ratos de ocio,
unos practicaban la pintura,
eran deportistas o cocinaban;
y otros entrenaban a algún
equipo infantil de fútbol, leían,
iban al teatro o tocaban algún instrumento.

No, que no eran monstruos
-aunque por su tamaño y su peso
y la extrema violencia
sí lo parecieran para Gisèle-
sino hombres muy normales
quienes, durante treinta insoportables años
para la víctima, violaron
a Gisèle Pèlicot con la connivencia
de su asqueroso y cobarde marido,
que la drogaba
para que pudieran cometer
su ignominioso delito.

No, que no eran monstruos
sino gente corriente
portándose como una jauría humana
con la boca repleta de colmillos
la que, durante treinta crueles años
para la víctima, arrebató
a Gisèle Pélicot el espacio,
devorándole las dimensiones
y el centro de gravedad,
y llevándose consigo la vida
y todo su mundo.

Durante treinta años
y sin su conocimiento
Gisèle Pèlicot fue convertida
por la fuerza en un personaje
del marqués de Sade
y sometida a todo tipo de vejaciones;
pero se ha alzado
como la nueva y heroica Jutine,
y al igual que Judith a Holofernes
ha partido por la mitad
a los monstruos terribles
-el sufrimiento, la violación, el escarnio-,
decapitándolos. Ha llegado la hora
de que la vergüenza cambie de bando.
Los actos sexuales que se convierten en armas o en arsénico nos llevan a la pregunta de quien da el permiso de matar? Como se justifica matar?

La maldad no tiene justificación.

Es una historia de la vida real. Y la vida real es la que nos deja perplejos en cuanto a dos cosas: la brutalidad humana y la profundidad intocable del ser humanizado. Quien da permiso para la barbarie? Estudios recientes muestran que el cerebro humano piensa la acción y hay un tiempo antes que la ponga manos a la obra. Dice el estudio que la voluntad es un pensamiento primero en el cerebro. Qué pensamientos hacen guardadas en nuestras mentes?

Tu poema es conmovedor y la historia de tanto Gisèle Pélicot, como sus victimarios nos compele a la reflexión. Ojalá que el machismo sea cortado de raíz, ojalá la ley del territorio cambie para proteger y reivindicar las víctimas de violacion sexual, Violation de género...hay un placer envuelto en la comisión de crímenes de todo tipo. Hay un placer en el cerebro humano y es el placer de destruir, de hacer sufrir, violar todo precepto y ahí esta la definición de la iniquidad. Es un placer. Contrario a todo eso, hay esto: aunque yo puedo matarte con o sin razón, yo elijo la no venganza, la no violencia, y ahí reside la magnanimidad. Es a pesar de los impulsos, los deseos, la ignominia, que se eleva el espíritu sutilmente. Abrazos
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E.R.A.
Francesch Vicent
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Re: Que la vergüenza cambie de bando

Mensaje sin leer por Francesch Vicent »

Muchas gracias, amiga poetisa, por tu certero, sabio, reflexivo y contundente comentario.
Un cordial saludo.
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Alejandro Costa
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Re: Que la vergüenza cambie de bando

Mensaje sin leer por Alejandro Costa »

Una denuncia magníficamente detallada y versada.

Estás denuncias por desgracia no vuelan, pero lo merece y es necesario.

Buen escrito.

Un abrazo.

Salud, paz y felicidad.
Salud, paz y felicidad.



No sé por qué, no sé por qué ni cómo
me perdono la vida cada día.…


Me sobra el corazón (Miguel Hernández)
Francesch Vicent
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Registrado: Sab, 26 Jun 2021 17:56

Re: Que la vergüenza cambie de bando

Mensaje sin leer por Francesch Vicent »

Alejandro Costa escribió: Mié, 11 Dic 2024 20:14 Una denuncia magníficamente detallada y versada.

Estás denuncias por desgracia no vuelan, pero lo merece y es necesario.

Buen escrito.

Un abrazo.

Salud, paz y felicidad.
Muchas gracias, amigo poeta, por tu amable comentario.
Un cordial saludo.
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Marisa Peral
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Registrado: Mié, 30 Jun 2010 19:06
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Re: Que la vergüenza cambie de bando

Mensaje sin leer por Marisa Peral »

La justicia ha dictado sentencia y el marido de Gisèlle Pellicot, ha sido condenado a 20 años de prisión.

Esta mujer denunció a su marido y los 50 hombres que la violaron.

Acabo de verlo en las noticas.
—-
Marisa Peral Sánchez

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—-
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