Silencio
Moderadores: J. J. Martínez Ferreiro, Rafel Calle
- Vilhán Kosztandi
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Silencio
I
Una sombra suspira en sentencioso desprecio...
pues suspiros hay mudos, como un óbito recio,
donde estima —el silencio— cuánto cifra la herida.
Y esa herida susurra, zumba, reza y confiesa
un silencio en silencio de insondable princesa:
torre, tierra, terral... ¡silenciosa es la vida!
Cuenta alcobas de oro desde el claro jardín,
sufre vestes exóticas, sufre el regio festín.
Y no entiende los jaspes ni los ricos diamantes,
pues la tierra hace al hombre... no el bruñido oropel.
Porcelana de China, de la Arcadia la miel,
¡de las geishas galanas las lecciones galantes!
Llegan reyes donceles con la espada fulgente,
de tocados fragantes y la lid en la frente...
Los marinos errantes que han errado el camino
le recitan canciones de su patria del sur,
y entre chanza y orquesta, la regala un tahúr.
¡De la Hesperia flamante, ditirambos y vino...!
Ya no quiere el flamenco ni el mochuelo del sabio,
desmayada la rosa que besaba su labio...
se ha cansado del reino donde no pone el sol,
¡se ha cansado del ancho de su cárcel de azur!
La carroza del dueño ha encontrado el glamour
del afeite soberbio de un país de arrebol...
Mece a un lado su cáliz de luzbélico aroma,
sueña Grecias, Egiptos... y despierta sin Roma;
¡quiere ser la calandria, quiere ser ruiseñor!
Ver la impía faunalia, el hierático mar;
ser la parva saeta impelida a volar,
quiere cartas, palomas... ¡una sombra de amor!
II
Ya no quiere jazmines. Ya no quiere hablar más.
Toda flor es fugaz, como son las demás;
¡fastos y galardones fueron copas vacías...!
Y los pájaros cantan, por no saber llorar.
¡Ya no quiere sus cuadros! ¡Ya no quiere pintar!
Y se piensa maldita hasta el fin de sus días...
Ya no quiere el alcázar... ni la rueda del mundo.
La madrastra se teme con su gesto profundo;
¡ya no ríe al juglar, no sonríe al bufón...!
Un guardián la vigila —y otros cien al guardián—,
y entre almenas, ocultos, cuatro Argos están.
¡Qué haiduque rumano no le trae un halcón!
En sentencioso desprecio una sombra suspira;
el silencio es verdad, cuanto dice, mentira...
Ni en la alcoba de oro —ni en el claro jardín—
se suspenden los signos del Saturno infernal.
Ya urde el cisne, al albor, su balada final...
¡y allí aguarda el silencio, en su amargo confín!
- Alejandro Costa
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- Registrado: Dom, 13 Mar 2016 18:27
Re: Silencio
Me ha gustado.
Bienvenido al foro.
Saludos.
Salud, paz y felicidad.
No sé por qué, no sé por qué ni cómo
me perdono la vida cada día.…
Me sobra el corazón (Miguel Hernández)
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Re: Silencio
Un abrazo y salud
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Re: Silencio
Impresionante léxico y fantástico imaginarium que con cadencia pinta mundos y deseos.Vilhán Kosztandi escribió: ↑Lun, 21 Oct 2024 17:43 Comparto por aquí este poemilla, influenciado por Verlaine, Darío y compañía.
I
Una sombra suspira en sentencioso desprecio...
pues suspiros hay mudos como el propio silencio,
donde estima —el silencio— cuánto cifra la herida.
Y esa herida susurra, zumba, reza y confiesa
un silencio en silencio de insondable princesa:
torre, tierra, terral... ¡silenciosa es la vida!
Cuenta alcobas de oro desde el claro jardín,
sufre vestes exóticas, sufre el regio festín.
Y no entiende los jaspes ni los ricos diamantes,
pues la tierra hace al hombre... no el bruñido oropel.
Porcelana de China, de la Arcadia la miel,
¡de las geishas galanas las lecciones galantes!
Llegan reyes donceles con la espada fulgente,
de tocados fragantes y la lid en la frente...
Los marinos errantes que han errado el camino
le recitan canciones de su patria del sur,
y entre chanza y orquesta, la regala un tahúr.
¡De la Hesperia flamante, ditirambos y vino...!
Ya no quiere el flamenco ni el mochuelo del sabio,
desmayada la rosa que besaba su labio...
se ha cansado del reino donde no pone el sol,
¡se ha cansado del ancho de su cárcel de azur!
La carroza del dueño ha encontrado el glamour
del afeite soberbio de un país de arrebol...
Mece a un lado su cáliz de luzbélico aroma,
sueña Grecias, Egiptos... y despierta sin Roma;
¡quiere ser la calandria, quiere ser ruiseñor!
Ver la impía faunalia, el hierático mar;
ser la parva saeta impelida a volar,
quiere cartas, palomas... ¡una sombra de amor!
II
Ya no quiere jazmines. Ya no quiere hablar más.
Toda flor es fugaz, como son las demás;
¡fastos y galardones fueron copas vacías...!
Y los pájaros cantan, por no saber llorar.
¡Ya no quiere sus cuadros! ¡Ya no quiere pintar!
Y se piensa maldita hasta el fin de sus días...
Ya no quiere el alcázar... ni la rueda del mundo.
La madrastra se teme con su gesto profundo;
¡ya no ríe al juglar, no sonríe al bufón...!
Un guardián la vigila —y otros cien al guardián—,
y entre almenas, ocultos, cuatro Argos están.
¡Qué haiduque rumano no le trae un halcón!
En sentencioso desprecio una sombra suspira;
el silencio es verdad, cuanto dice, mentira...
Ni en la alcoba de oro —ni en el claro jardín—
se suspenden los signos del Saturno infernal.
Ya urde el cisne, al albor, su balada final...
¡y allí aguarda el silencio, en su amargo confín!
Me ha fascinado este despliegue poético y me quedo con estos versos sabios:
"pues la tierra hace al hombre... no el bruñido oropel. "
Bien venido a Alaire, Vilhan!
- Vilhán Kosztandi
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