Fosfeno #4

[Àlex Gállego]

4

Llega el otoño y se me caen los puños de las manos.
He aprendido a ser blando.
Ahora puedo llorar y entrar al trance de la ira sin resquebrajarme.

Llega el otoño y una bandada de colibríes me saca de la guarida.
Puedo escuchar mis venas contrayéndose y seguir con la misma paz
en mis adentros.
Puedo transitar por mis avernos
sin que las llamas me devoren,
porque llegó otro otoño.

Este otoño es dorado y dulce.
Las hojas y pétalos se posan con elegancia de gimnasta
en vez de caer con el estrépito de las lágrimas.
Es dorado y dulce en vez de gris humo, gris skyline.
Es bello
y encuentro en el crujido de la hojarasca
una nueva percusión en la que latir;
en la que descifrar
que aunque yo solo lo fingía
había acero dentro mio.
Había calma en la tiniebla y el silencio.
Habia mármol y jardines.
Había mucho más que una cascada de aluminio,
que musgo mustio y figuritas.
Había más de lo sagrado
que una hoguera en la que arder hasta la ceniza.
Porque al fin entendí
que lo sagrado es mi gente, mi hermano,
mi imperio, mi madre,
mi amor, mi horizonte.

[xaime oroza carballo]

Puro otoño, compañero. Hay un "mío" un tanto estridente pero, puro otoño.
Fonda aperta.

[Alonso Vicent]

Me gustan los otoños y ese mirar hacia adentro que proponen.
Me gustó el poema que invita a vivirlos en la cercanía de lo propio y los allegados. Se intenta todos los años, y se consigue entre águilas, cuervos y abejarucos... en el aire. Queda la impresión de ver sin ser visto, y unas tonalidades que se repiten hasta con los ojos cerrados.
Un saludote, Àlex.

[Ramón Carballal]

El otoño te ha inspirado un excelente poema. Me encantó leerlo. Abrazos.

[Ricardo López Castro]

Así de carrerilla y atentamente, en mi opinión éste es un poema cuasi visceral bajo el sosiego de alguna nostalgia, como símbolo otoñal, y sacas a relucir virtudes y valores que siempre hemos de cuidar.
Gracias por compartir.
Abrazos y felicidad!

[E. R. Aristy]

4

Llega el otoño y se me caen los puños de las manos.
He aprendido a ser blando.
Ahora puedo llorar y entrar al trance de la ira sin resquebrajarme.

Llega el otoño y una bandada de colibríes me saca de la guarida.
Puedo escuchar mis venas contrayéndose y seguir con la misma paz
en mis adentros.
Puedo transitar por mis avernos
sin que las llamas me devoren,
porque llegó otro otoño.

Este otoño es dorado y dulce.
Las hojas y pétalos se posan con elegancia de gimnasta
en vez de caer con el estrépito de las lágrimas.
Es dorado y dulce en vez de gris humo, gris skyline.
Es bello
y encuentro en el crujido de la hojarasca
una nueva percusión en la que latir;
en la que descifrar
que aunque yo solo lo fingía
había acero dentro mio.
Había calma en la tiniebla y el silencio.
Habia mármol y jardines.
Había mucho más que una cascada de aluminio,
que musgo mustio y figuritas.
Había más de lo sagrado
que una hoguera en la que arder hasta la ceniza.
Porque al fin entendí
que lo sagrado es mi gente, mi hermano,
mi imperio, mi madre,
mi amor, mi horizonte.

Wow, qué inmenso es este otoño! Es la realización de todo cuanto vale en la vida y eso es sagrado, eterno amor. Un privilegio volver a leerte, Alex.

[Pilar Morte]

Me ha gustado mucho el poema, la vivencia pacífica, profunda y poética que saca lo mejor que podemos ofrecer. Ha sido un verdadero placer leerte.
Un abrazo grande y felicidad

[Alejandro Costa]

Precioso este otoño.

Magnífica inspiración.

Un abrazo.

Salud, paz y felicidad.