El destino de la suerte (Nacer, vivir, morir)

[Alejandro Costa]

Nacer, invocando el llanto de la vida.
Nacer, llorando las primeras lágrimas como un preludio de lluvia de otoño.
Nacer para vivir, sin conocer el destino que encierra la suerte.
Nacer sin reír, presagio de un futuro de incierta felicidad.
Nacer, ¡sí!, nacer bajo la desnudez que agrieta la libertad.

Da igual por donde salga el sol,
por donde esconda su fuego,
si queremos seguir siendo luchadores de neón.

Luego, dos golpes suaves,
una batuta abre la oda ondulada al silencio,
baila y baila, su gesto,
quebrando delicadamente sortilegios que el viento descubre
bajo nubes eclipsadas en partituras, tambores y lluvias sinfónicas.

El alma es prisionera y pasajera,
violín sereno, paisaje claro, tambor mugriento,
silencio en paro,
la paz es violada bajo un cielo asesino,
la libertad viaja en un vagón de triste y sangriento destino.

Y allá, las palabras anidan en los recónditos lugares de la mente.
El aire suplica, lo que la voz no entiende,
el alma languidece,
interpreta su calma balanceándose sin perder su rumbo.

Es entonces cuando aparece el silencio,
el fuerte y tímido silencio,
tranquilo y despreciable,
compañero de fatigas de la soledad,
aliada en lo tenebroso,
en lo agotador, en lo desesperante,
pero, al fin y al cabo, solo es simple silencio.
A pesar que nos aturda,
nos golpee con indiferencia, nos amargue.

Al final, ¿de qué nos ha valido nacer?
una parte de vida es hoy, otra ayer,
¿quién sabrá si habrá otra mañana?

Luego, llegamos a la conclusión
que no hay vida que no tema la muerte,
esa muerte que es un mar de consuelo.
Y ya sin tiempo, entendemos,
que no hay muerte sin haber existido vida,
ni vida, que de muerte no sea reo.

Más volverán a nacer,
pero nunca sabrán el destino que le aguarda la suerte,
hasta que la muerte les lleve de la mano.

[Hallie Hernández Alfaro]

.

Ciclos de vida, trayectos humanos, pasos que limpian el camino para intentar ser huella...

Gracias por estar y compartir, querido compañero.

Besos y felicidad.

[Ramón Carballal]

Profundos versos que invitan a reflexionar sobre el sentido de la existencia. Un poema muy bien trabajado, en él hay lucidez, desasosiego y un profundo conocimiento del destino de la condición humana. Felicidades por tu obra y un abrazo.

[F. Enrique]

Siempre nos traes hondas reflexiones, Alejandro. Es tu búsqueda como poeta.

Francisco Enrique León.

[Alejandro Costa]

.

Ciclos de vida, trayectos humanos, pasos que limpian el camino para intentar ser huella...

Gracias por estar y compartir, querido compañero.

Besos y felicidad.

Gracias a ti por estar siempre tan cerca.

Un beso.

Salud, paz y felicidad.

[Pilar Morte]

Reflexionas con lucidez y versos acertados los cambios a lo largo de la vida, la impermanencia de todo. Me gustó leerte.
Un abrazo grande y felicidad

[Maria Lua]

Profundos versos que nos
hacen meditar sobre la vida,
el destino...
Un bello poema, Alejandro!
Besos, Poeta
Maria Lua
.

[Ara López]

Querido Alejandro, me has traspasado con estos versos:

"Nacer para vivir, sin conocer el destino que encierra la suerte.
Nacer sin reír, presagio de un futuro de incierta felicidad.
Nacer, ¡sí!, nacer bajo la desnudez que agrieta la libertad."

Hermosísimo poema.

Un abrazo.

[Alejandro Costa]

Profundos versos que invitan a reflexionar sobre el sentido de la existencia. Un poema muy bien trabajado, en él hay lucidez, desasosiego y un profundo conocimiento del destino de la condición humana. Felicidades por tu obra y un abrazo.

Siempre tan amable.

Gracias, amigo.

Un abrazo.

Salud, paz y felicidad.

[Alejandro Costa]

Siempre nos traes hondas reflexiones, Alejandro. Es tu búsqueda como poeta.

Francisco Enrique León.

Es parte del gen de mi locura.

Gracias, paisano.

Un abrazo.

Salud, paz y felicidad.

[Alejandro Costa]

Reflexionas con lucidez y versos acertados los cambios a lo largo de la vida, la impermanencia de todo. Me gustó leerte.
Un abrazo grande y felicidad

Gracias, Pilar.

Me alegra tenerte tan cerca, que nunca me dejes.

Un beso.

Salud, paz y felicidad.

[Alejandro Costa]

Profundos versos que nos
hacen meditar sobre la vida,
el destino...
Un bello poema, Alejandro!
Besos, Poeta
Maria Lua
.

Gracias, María Lua.

Feliz de verte por aquí.

Besos.

Salud, paz y felicidad.

[Alejandro Costa]

Querido Alejandro, me has traspasado con estos versos:

"Nacer para vivir, sin conocer el destino que encierra la suerte.
Nacer sin reír, presagio de un futuro de incierta felicidad.
Nacer, ¡sí!, nacer bajo la desnudez que agrieta la libertad."

Hermosísimo poema.

Un abrazo.

Hola, Ara, cariño.

Me alegra que te gustasen.

Me da mucho gusto verte, sentirte.

Un beso.

Salud, paz y felicidad.

[E. R. Aristy]

Nacer, invocando el llanto de la vida.
Nacer, llorando las primeras lágrimas como un preludio de lluvia de otoño.
Nacer para vivir, sin conocer el destino que encierra la suerte.
Nacer sin reír, presagio de un futuro de incierta felicidad.
Nacer, ¡sí!, nacer bajo la desnudez que agrieta la libertad.

Da igual por donde salga el sol,
por donde esconda su fuego,
si queremos seguir siendo luchadores de neón.

Luego, dos golpes suaves,
una batuta abre la oda ondulada al silencio,
baila y baila, su gesto,
quebrando delicadamente sortilegios que el viento descubre
bajo nubes eclipsadas en partituras, tambores y lluvias sinfónicas.

El alma es prisionera y pasajera,
violín sereno, paisaje claro, tambor mugriento,
silencio en paro,
la paz es violada bajo un cielo asesino,
la libertad viaja en un vagón de triste y sangriento destino.

Y allá, las palabras anidan en los recónditos lugares de la mente.
El aire suplica, lo que la voz no entiende,
el alma languidece,
interpreta su calma balanceándose sin perder su rumbo.

Es entonces cuando aparece el silencio,
el fuerte y tímido silencio,
tranquilo y despreciable,
compañero de fatigas de la soledad,
aliada en lo tenebroso,
en lo agotador, en lo desesperante,
pero, al fin y al cabo, solo es simple silencio.
A pesar que nos aturda,
nos golpee con indiferencia, nos amargue.

Al final, ¿de qué nos ha valido nacer?
una parte de vida es hoy, otra ayer,
¿quién sabrá si habrá otra mañana?

Luego, llegamos a la conclusión
que no hay vida que no tema la muerte,
esa muerte que es un mar de consuelo.
Y ya sin tiempo, entendemos,
que no hay muerte sin haber existido vida,
ni vida, que de muerte no sea reo.

Más volverán a nacer,
pero nunca sabrán el destino que le aguarda la suerte,
hasta que la muerte les lleve de la mano.

Wow, la rueda de samsara. Quizá el paradigma es algo por fuera de nuestros ciclos. Expresas con gran pureza de expresión esta rueda que se mueve incesante y amoral en la existencia. El corazón mismo nos muestra estas cosas para crear el paradigma de la iluminación espiritual. Me alegra encontrar hoy este hito metafísico en tu poética, Alejandro.

[Alejandro Costa]

Nacer, invocando el llanto de la vida.
Nacer, llorando las primeras lágrimas como un preludio de lluvia de otoño.
Nacer para vivir, sin conocer el destino que encierra la suerte.
Nacer sin reír, presagio de un futuro de incierta felicidad.
Nacer, ¡sí!, nacer bajo la desnudez que agrieta la libertad.

Da igual por donde salga el sol,
por donde esconda su fuego,
si queremos seguir siendo luchadores de neón.

Luego, dos golpes suaves,
una batuta abre la oda ondulada al silencio,
baila y baila, su gesto,
quebrando delicadamente sortilegios que el viento descubre
bajo nubes eclipsadas en partituras, tambores y lluvias sinfónicas.

El alma es prisionera y pasajera,
violín sereno, paisaje claro, tambor mugriento,
silencio en paro,
la paz es violada bajo un cielo asesino,
la libertad viaja en un vagón de triste y sangriento destino.

Y allá, las palabras anidan en los recónditos lugares de la mente.
El aire suplica, lo que la voz no entiende,
el alma languidece,
interpreta su calma balanceándose sin perder su rumbo.

Es entonces cuando aparece el silencio,
el fuerte y tímido silencio,
tranquilo y despreciable,
compañero de fatigas de la soledad,
aliada en lo tenebroso,
en lo agotador, en lo desesperante,
pero, al fin y al cabo, solo es simple silencio.
A pesar que nos aturda,
nos golpee con indiferencia, nos amargue.

Al final, ¿de qué nos ha valido nacer?
una parte de vida es hoy, otra ayer,
¿quién sabrá si habrá otra mañana?

Luego, llegamos a la conclusión
que no hay vida que no tema la muerte,
esa muerte que es un mar de consuelo.
Y ya sin tiempo, entendemos,
que no hay muerte sin haber existido vida,
ni vida, que de muerte no sea reo.

Más volverán a nacer,
pero nunca sabrán el destino que le aguarda la suerte,
hasta que la muerte les lleve de la mano.

Wow, la rueda de samsara. Quizá el paradigma es algo por fuera de nuestros ciclos. Expresas con gran pureza de expresión esta rueda que se mueve incesante y amoral en la existencia. El corazón mismo nos muestra estas cosas para crear el paradigma de la iluminación espiritual. Me alegra encontrar hoy este hito metafísico en tu poética, Alejandro.

Gracias, Roxanne.

A mí me alegra mucho verte entre mis letras.

Un beso.

Salud, paz y felicidad.