Creyente

[Ricardo López Castro]

Supongo que lloré como el que más.
Que la angustia se refugió en mi carne más tierna.
No he podido resolver, o no he querido hacer posible la vida.
No la pasé por alto. No quise, al menos, hacer algo remotamente parecido.
Ahora o cuando llegue el momento, comenzaré a pensar en algo que sí merezca mi atención.
Antes nada pudo, nada. Y no me considero poderoso.
La muerte no me permitirá ciertas cosas, o ninguna, tal vez.
Muchas veces estuve casi frecuentándola, sin ningún tipo de inquietud, de acuerdo, casi, con ella.
No hay misterio ya, para los que no existen.
Pero eso suena demasiado lógico.
Es una forma muy sencilla de deducir la verdad, como si solo hubiera dos pasos en el camino del hombre.
El segundo, quizá correoso, acaso imaginario, admite demasiados "finales" abiertos.
La realidad, poco a poco, la que cada ser experimenta, te hace creer en todo, mucho, poco, o nada, acerca de lo tangible.
Ello no quiere decir que haya cuatro postrimerías.
Ni que a cada ente le corresponda ninguna en concreto.
No creer es una decisión, no una condena.
Recuerdo muchas cosas de mi "vida", que tal vez pudieron suceder en mi muerte.
No elegí, yo, al menos, no vivir.
Aquí me han traído mis pensamientos.
Aquí me ha traído este rompecabezas.
Creo en algo que para mí significa todo.
Creo que existo, en otra realidad.