la ansiedad guía sus pasos.
El miedo clava sobre su pecho
cristales rotos de fuego.
Su llama se eleva hasta su cráneo.
Arden las hojas del hastío.
hoy, como ayer,
¿Por qué?
palpables obsesiones que ahondan
en lo más profundo de su herida.
Anuda su garganta. Descuartiza el corazón.
Palpita, ahora, gozosa, con todo su dolor.
desvaneciendo toda esperanza.
Quebranta su alma, lapidaria.
Acuosa, la nada
inunda las cuencas de sus ojos
-brumosa mirada-
él ignora quién clama
en mudas palabras, ahogadas,
se abra la oscura noche
y salvas se disparen, canten, gloriosa
su derrota.
Rendido, piensa, será su victoria.
Tregua imaginaria.