Periplo

[Ramón Castro Méndez]

Ignora el lenguaje del tiempo,
el libro del llanto de las horas está siempre incompleto.
Es este tiempo de ciegos relojes y árboles que corren,
que hace que te piense a gritos,
y espere una respuesta, pero tú, desconocido
y celestial jedive, no me escuchas, solo me dejas
el eco fugitivo de un rostro y el ojo vigilante
de un gendarme. Y yo soy como la lluvia
desplomándose, que lleva la tempestad por dentro.
El alba es un camino que anocheció en las playas,
y yo aún tengo miedo y esa zozobra que no comprende
la dolorosa matemática de este mundo,
que responde a un antes de la vida y a antiguos ritos.
Somos algo más que siglos de memoria,
grabados piedra sobre piedra, o de demencia,
o de carne apaleada que apenas deja una huella
malherida de su paso, cuando decimos ahora,
y aún no ha sido, cuando aquello que abandonamos
vuelve a florecer, porque la muerte es el viaje
hacia la vida, un regreso al punto de partida.


El eremita babilonio.

[Ana García]

Me he quedado prendada de este poema. Qué belleza dentro de su fugacidad. Relojes, tiempo...temas que me gusta tocar en mis poemas.
Me llevas de la mano hasta esa meta que es la puerta de la vida. Buen final.
Te felicito.
Un fuerte abrazo.

[Pilar Morte]

Me hizo pensar tu poema, la impermanencia que se desprende del mismo para, curiosamente, llegar al punto de partida.
Me gustó mucho. Felicidades.
Un abrazo grande y salud

[Alejandro Costa]

¡Qué belleza de versos!

¡Qué magnífico poema!

De lo mejor que te he leído, en cuanto a forma y a sus metáforas.

Cada vez que te leo, me emocionas.

Un fuerte abrazo, compañero.

Salud, paz y felicidad.

[Armilo Brotón]

Una profundización poética en las circunstancias que uno siente en su diario deambular por los acontecimientos que nos desbordan. Me arrimo contigo a la reflexión tan bien trazada en tus versos, siempre emotivos.
El Jedive, pienso, no se inmiscuye en lo cotidiano. Deja que cada uno, en su libertad, aúlle a su antojo en una evolución a veces cruel: los débiles no tienen herencia. Así es este juego de átomos bro.
Seguimos en la tarea, abrazotote Frodimir,
ya me llegó el julajó.

[Marisa Peral]

Ignora el lenguaje del tiempo,
el libro del llanto de las horas está siempre incompleto.
Es este tiempo de ciegos relojes y árboles que corren,
que hace que te piense a gritos,
y espere una respuesta, pero tú, desconocido
y celestial jedive, no me escuchas, solo me dejas
el eco fugitivo de un rostro y el ojo vigilante
de un gendarme. Y yo soy como la lluvia
desplomándose, que lleva la tempestad por dentro.
El alba es un camino que anocheció en las playas,
y yo aún tengo miedo y esa zozobra que no comprende
la dolorosa matemática de este mundo,
que responde a un antes de la vida y a antiguos ritos.
Somos algo más que siglos de memoria,
grabados piedra sobre piedra, o de demencia,
o de carne apaleada que apenas deja una huella
malherida de su paso, cuando decimos ahora,
y aún no ha sido, cuando aquello que abandonamos
vuelve a florecer, porque la muerte es el viaje
hacia la vida, un regreso al punto de partida.


El eremita babilonio.

Como siempre, querido amigo, tu poesía emociona y hace que podamos disfrutar de la belleza de cada verso.

La última estrofa es magistral.

Felicidades y un abrazo

[E. R. Aristy]

Ignora el lenguaje del tiempo,
el libro del llanto de las horas está siempre incompleto.
Es este tiempo de ciegos relojes y árboles que corren,
que hace que te piense a gritos,
y espere una respuesta, pero tú, desconocido
y celestial jedive, no me escuchas, solo me dejas
el eco fugitivo de un rostro y el ojo vigilante
de un gendarme. Y yo soy como la lluvia
desplomándose, que lleva la tempestad por dentro.
El alba es un camino que anocheció en las playas,
y yo aún tengo miedo y esa zozobra que no comprende
la dolorosa matemática de este mundo,
que responde a un antes de la vida y a antiguos ritos.
Somos algo más que siglos de memoria,
grabados piedra sobre piedra, o de demencia,
o de carne apaleada que apenas deja una huella
malherida de su paso, cuando decimos ahora,
y aún no ha sido, cuando aquello que abandonamos
vuelve a florecer, porque la muerte es el viaje
hacia la vida, un regreso al punto de partida.


El eremita babilonio.

Ramón Castro Méndez: la profunda y frondosa sensibilidad donde te internas se ilumina con tu poética transparente y de intercesión entre el hombre natural y el hombre espiritual, no que uno sea "la verdad", más bien la inteligencia emocional integrada
Qué maravilloso! Abrazos

[Ramón Castro Méndez]

Me he quedado prendada de este poema. Qué belleza dentro de su fugacidad. Relojes, tiempo...temas que me gusta tocar en mis poemas.
Me llevas de la mano hasta esa meta que es la puerta de la vida. Buen final.
Te felicito.
Un fuerte abrazo.

Muchas gracias, Ana, celebro que estas letras hayan sido de tu agrado.

Un abrazo grande.

[Ramón Castro Méndez]

Me hizo pensar tu poema, la impermanencia que se desprende del mismo para, curiosamente, llegar al punto de partida.
Me gustó mucho. Felicidades.
Un abrazo grande y salud

Muchas gracias, querida Pilar, por tus amables impresiones.
Dicen los entendidos en estos temas que con la muerte empieza la auténtica vida. Yo ni niego ni afirmo, aunque algo me dice que tiene su punto tal aseveración.

Un abrazo grande.

[Ramón Castro Méndez]

¡Qué belleza de versos!

¡Qué magnífico poema!

De lo mejor que te he leído, en cuanto a forma y a sus metáforas.

Cada vez que te leo, me emocionas.

Un fuerte abrazo, compañero.

Salud, paz y felicidad.

Muchas gracias, Alejandro, por tus elogios y amables palabras.

Un fuerte abrazo, compañero.

[Ramón Castro Méndez]

Una profundización poética en las circunstancias que uno siente en su diario deambular por los acontecimientos que nos desbordan. Me arrimo contigo a la reflexión tan bien trazada en tus versos, siempre emotivos.
El Jedive, pienso, no se inmiscuye en lo cotidiano. Deja que cada uno, en su libertad, aúlle a su antojo en una evolución a veces cruel: los débiles no tienen herencia. Así es este juego de átomos bro.
Seguimos en la tarea, abrazotote Frodimir,
ya me llegó el julajó.

No te pases con el julajó no te vayan a quedar unas caderas jacarandosas y sandungueras o se te ponga el pompis como el del nuevo Superman y haya que darle un baño en kriptonita, bro.
No hay que abusar de lo bueno, aun queriendo llegar a la excelencia. El jedive tenía un mal día.

Gracias, bro, siempre se te echa de menos.

Un abrazote, grandón.

[Ramón Castro Méndez]

Ignora el lenguaje del tiempo,
el libro del llanto de las horas está siempre incompleto.
Es este tiempo de ciegos relojes y árboles que corren,
que hace que te piense a gritos,
y espere una respuesta, pero tú, desconocido
y celestial jedive, no me escuchas, solo me dejas
el eco fugitivo de un rostro y el ojo vigilante
de un gendarme. Y yo soy como la lluvia
desplomándose, que lleva la tempestad por dentro.
El alba es un camino que anocheció en las playas,
y yo aún tengo miedo y esa zozobra que no comprende
la dolorosa matemática de este mundo,
que responde a un antes de la vida y a antiguos ritos.
Somos algo más que siglos de memoria,
grabados piedra sobre piedra, o de demencia,
o de carne apaleada que apenas deja una huella
malherida de su paso, cuando decimos ahora,
y aún no ha sido, cuando aquello que abandonamos
vuelve a florecer, porque la muerte es el viaje
hacia la vida, un regreso al punto de partida.


El eremita babilonio.

Como siempre, querido amigo, tu poesía emociona y hace que podamos disfrutar de la belleza de cada verso.

La última estrofa es magistral.

Felicidades y un abrazo

Muchas gracias, querida amiga Marisa, `por tus siempre cálidas y amables palabras, que son para mí un acicate.

Un abrazo enorme.

[Ramón Castro Méndez]

Ignora el lenguaje del tiempo,
el libro del llanto de las horas está siempre incompleto.
Es este tiempo de ciegos relojes y árboles que corren,
que hace que te piense a gritos,
y espere una respuesta, pero tú, desconocido
y celestial jedive, no me escuchas, solo me dejas
el eco fugitivo de un rostro y el ojo vigilante
de un gendarme. Y yo soy como la lluvia
desplomándose, que lleva la tempestad por dentro.
El alba es un camino que anocheció en las playas,
y yo aún tengo miedo y esa zozobra que no comprende
la dolorosa matemática de este mundo,
que responde a un antes de la vida y a antiguos ritos.
Somos algo más que siglos de memoria,
grabados piedra sobre piedra, o de demencia,
o de carne apaleada que apenas deja una huella
malherida de su paso, cuando decimos ahora,
y aún no ha sido, cuando aquello que abandonamos
vuelve a florecer, porque la muerte es el viaje
hacia la vida, un regreso al punto de partida.


El eremita babilonio.

Ramón Castro Méndez: la profunda y frondosa sensibilidad donde te internas se ilumina con tu poética transparente y de intercesión entre el hombre natural y el hombre espiritual, no que uno sea "la verdad", más bien la inteligencia emocional integrada
Qué maravilloso! Abrazos

Muchas gracias, querida ERA, aunque el poema me ha quedado un poco cojo para lo que quería decir, lo has entendido perfectamente. Lo importante es esa parte emocional y espiritual, sí.

Un abrazo enorme.

[J. J. Martínez Ferreiro]

"Y yo soy como la lluvia
desplomándose, que lleva la tempestad por dentro.
..................
porque la muerte es el viaje
hacia la vida, un regreso al punto de partida"

Versos como estos justifican todo el poema.

Un abrazo, colega Ramón.

[Ramón Castro Méndez]

Muchas gracias, amigo Ferreiro, por dejarme tu atento comentario.

Un fuerte abrazo.