Cementerio

[Ana Muela Sopeña]

Columbarios sedientos de una lágrima
en mitad de la duda existencial.
Exilios integrados en mutismos
en el presagio alado de un murciélago.
Dulce la melodía de los vivos
que lloran a sus muertos
mientras juegan al póquer con los ángeles.
He visto entre los nombres de las lápidas
la sed de las galaxias inmortales.

En los nichos con velas y con flores:
los sueños que se fueron del pasado,
para vivir las rutas del futuro.

He vivido con dramas de leones
y locuras de grandes plañideras
en las tumbas de jade y obsidiana.

Los instantes de todos los teatros
en liturgias y grandes ceremonias.

Sepulturas con música y canciones
que guardan en sus letras epitafios
de mistéricos mundos soterrados
en los ojos de arcángeles
errantes,
erguidos, con trompetas,
avisando la hora
del Apocalipsis de los tiempos.

Panteones con frías esculturas
de vírgenes y tiernos querubines,
para soñar umbrales
de vórtices anclados en un cielo
de luz cuántica y átomos con quarks.

Mausoleos que cumplen su misión
para elevar frecuencias
vibratorias,
más allá de la sombra y sus espíritus.

Un cementerio herido se abre paso
a la paz de los seres intangibles
que albergan en su alma la esperanza
de la resurrección fuera del orbe.

Cenizas en las urnas
y osarios fragmentados
que algún día supieron ser amantes
en alcobas con pájaros de lluvia.

He visto las coronas de difuntos
con crisantemos blancos
que celebran el ascenso hacia las nubes.

Cipreses en caminos de capillas
con la hojarasca seca del otoño.


Ana Muela Sopeña

[Marisa Peral]

Los cementerios de las grandes ciudades son “ciudades silenciosas” con casi más habitantes que las ciudades de los vivos.

Has descrito con pulcritud y certeza ese Cementerio, en el que hay flores el día de Difuntos y cuando hay entierros. Si no, solo abandono y desolación.
Felicidades, Ana.

Un beso.

[Alejandro Costa]

Luego comentáis que soy muy serio y muy tétrico al escribir.

Es cierto.

Pero este poemazo, sigue los mismos derroteros.

El poema me ha encantado, las metáforas me han flipado y el cómputo general es magnífico.

Muy buen trabajo.

Besos.

Salud, paz y felicidad.

[Carmen Moro Frías]

Hola Ana
Un poema cargado de metáforas realistas a mi me ha recordado uno que igual tu conoces.
Un abrazo

[Julio Gonzalez Alonso]

Un cementerio herido se abre paso
a la paz de los seres intangibles
que albergan en su alma la esperanza
de la resurrección fuera del orbe.


Ana Muela Sopeña

Una visita neorromántica a un más allá por las calles del cementerio, ese conjunto de puertas abiertas a lo insondable como un eco de terror y vida en las páginas de H.P. Lovecraft. Ya no están. Un abrazo grande, Ana. Salud.

[Ana Muela Sopeña]

Hola, Marisa:

Es cierto. En los cementerios hay flores muy de vez en cuando.

Cuando no hay fechas señaladas todo parece un poco abandonado.

El de Derio de Vizcaya está muy cuidado. Así todo... se respira soledad.

Qué solos se quedan los muertos.

Gracias por venir.

Un beso
Ana

[Ana Muela Sopeña]

Gracias por tus efusivas palabras, Alejandro.

Un beso grande
Ana

[Ana Muela Sopeña]

Hola, Carmen:

Sí, hablo del cementerio de Derio, efectivamente.

Gracias por venir, amiga poeta.
Un beso enorme
Ana

[J. J. Martínez Ferreiro]

Me ha gustado mucho, amiga Ana, este fresco poético de los cementerios, la imaginaría de tu perspectivas sensible sobre esta residencia de los muertos es sugerente y de gran belleza plástica.

Un bico

[E. R. Aristy]

Columbarios sedientos de una lágrima
en mitad de la duda existencial.
Exilios integrados en mutismos
en el presagio alado de un murciélago.
Dulce la melodía de los vivos
que lloran a sus muertos
mientras juegan al póquer con los ángeles.
He visto entre los nombres de las lápidas
la sed de las galaxias inmortales.

En los nichos con velas y con flores:
los sueños que se fueron del pasado,
para vivir las rutas del futuro.

He vivido con dramas de leones
y locuras de grandes plañideras
en las tumbas de jade y obsidiana.

Los instantes de todos los teatros
en liturgias y grandes ceremonias.

Sepulturas con música y canciones
que guardan en sus letras epitafios
de mistéricos mundos soterrados
en los ojos de arcángeles
errantes,
erguidos, con trompetas,
avisando la hora
del Apocalipsis de los tiempos.

Panteones con frías esculturas
de vírgenes y tiernos querubines,
para soñar umbrales
de vórtices anclados en un cielo
de luz cuántica y átomos con quarks.

Mausoleos que cumplen su misión
para elevar frecuencias
vibratorias,
más allá de la sombra y sus espíritus.

Un cementerio herido se abre paso
a la paz de los seres intangibles
que albergan en su alma la esperanza
de la resurrección fuera del orbe.

Cenizas en las urnas
y osarios fragmentados
que algún día supieron ser amantes
en alcobas con pájaros de lluvia.

He visto las coronas de difuntos
con crisantemos blancos
que celebran el ascenso hacia las nubes.

Cipreses en caminos de capillas
con la hojarasca seca del otoño.


Ana Muela Sopeña

Por cosas de mi infancia los cementerios son para mí parque de predilección y en cuanto tengo la oportunidad los visito indiscriminadamente. Que le dediques un poema es algo muy especial porque por lo general estos espacios quedan desiertos después del entierro
Creo que los dos últimos versos encapsulan tu sentir profundo y dos realidades metafísicas entrelazadas con perspicacia y espiritualidad. "Cipreses en caminos de capillas
con la hojarasca seca del otoño."

Un abrazo bella poeta!

[Ana Muela Sopeña]

Gracias, Julio, por tu bello comentario.

Un beso
Ana