Nada existe sin nosotros III
Moderadores: J. J. Martínez Ferreiro, Rafel Calle
- Raul Muñoz
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Nada existe sin nosotros III
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Todo esto ha tenido lugar mientras andaba descalzo sobre los abrojos y las serpientes languidecían por la ebriedad de los cielos, vigilados por las cuatro cabezas de custodia en parte animal en parte consciente de sí, cabezas rubricadas de los días pasados en la contemplación de la montaña sagrada.
Tenían los pasos ruedas con dientes de piedra caliza hundida en el mosto subterráneo, fluían en sus ojos infantiles las corrientes por galerías hasta la extensión del lago donde de espaldas leía su vivo reflejo, animado de oscuridad, ensombrecido bajo el árbol con ramas de hilo y hojas de estiércol.
Iban sus pasos giratorios adquiriendo el volumen y la fisonomía a contraluz del manto sublime, corría con más ilusión al extender las manos con tal de aparecer tocando el cuerpo sublime bajo el manto azul, hincando el fuego del contorno de las manos a la encía del animal.
Temblaba al intuir algo sin forma que lo poseía como una pregunta sin formular que escapaba a su infancia.
Tenía las bendiciones, pero la carga de la verdad sin la pregunta apropiada hundía sus huesos en aquella espesura de bosque sin luz bajo roca caliza.
Mas no encontraba límites al número cuatro y tampoco el proceso tenía conciencia de sí como punto neurálgico triangular; aún corrían elefantes en blanco y negro por la neblina de la nuca en la parte posterior del cerebro.
Al punto que las visiones salvajes lo hicieron temeroso en la Santa Cova de Montserrat, punto de inicio y fin de la infancia robada; esfinge donde iba a yacer postrado en crepúsculos y en cuentas del rosario sin fin amaneciendo a la contemplación de la doncella con el libro donde en letras doradas grabamos su nombre, imperecedero en los caminos, subido a las ruedas con el hato de serpientes depositadas en su tez hundida, a la entrada, sintiendo los latidos invisibles de la tierra, que hizo de Él la conciencia del animal, multiplicando dos por dos cuatro - mitad de ocho.
Visitado en sueños por animales proféticos con aspecto humano. Acompañado por ángeles en la ascensión, ángeles con aspecto humano.
Enhiesto en el fuego con sietes espadas de incandescencia perforando su corazón dañado hasta la extenuación y el desvanecimiento frente a lo intocable sin forma alguna, ni animal, ni humana o angélica, solo comienzo imposible no habiendo final; imposible pregunta de la impotencia sin infancia del hombre perdido, robado a los cielos.
Aquí sí hacemos estruendo en sus oídos calmando la sed de justicia que lo habita y sofocando la ira de sus ojos cárdenos.
Comienza a ver un punto encendido en mitad del triángulo. Ascienden los pájaros tirando de las muñecas y cae en la perplejidad.
Pacientemente vamos metiendo las cánulas de vidrio por los oídos tocando los tímpanos juveniles del desconcierto, hasta anestesiar el furor de su cuerpo o corpúsculo sin importancia alguna para la conciencia en expansión.
-Mañana hablarán los mudos:
el corazón y la piedra.
-¿Mas el arte?..
-Es puro juego,
que es igual a pura vida,
que es igual a puro fuego.
Veréis el ascua encendida.
Antonio Machado ( Proverbios y cantares ).
https://transitando-la-palabra.webnode.es/
- Alejandro Costa
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Re: Nada existe sin nosotros III
Es algo complicado, sacar lucidez para entender lo que acabo de leer.
Supongo que esto también forma parte de la poesía y de los que la manejan con más sabiduría que yo.
Creo que ya leí alguno de la serie. Me sigue pareciendo como si leyera algún pasaje religioso, como un salmo, pero obviamente con el manejar de un poeta.
No puedo dar muchas explicaciones más, porque me liaría y no le sacaría punta.
Eso sí, Raúl, tiene imágenes preciosas, como sin ir más lejos, ese comienzo andando descalzo.
El que no llegue a sacarle punta, no significa que no me guste, que sí, está bien escrito y con metáforas muy originales que le dan fuerza.
En fin, compañero, perdona mi simpleza.
Un abrazo.
Salud, paz y felicidad.
No sé por qué, no sé por qué ni cómo
me perdono la vida cada día.…
Me sobra el corazón (Miguel Hernández)
- Raul Muñoz
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Re: Nada existe sin nosotros III
Un abrazo.
-Mañana hablarán los mudos:
el corazón y la piedra.
-¿Mas el arte?..
-Es puro juego,
que es igual a pura vida,
que es igual a puro fuego.
Veréis el ascua encendida.
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Re: Nada existe sin nosotros III
Debo leer mas veces este texto tuyo. Realmente impactante...
Enhorabuena
Un beso, Raul
Ana
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Re: Nada existe sin nosotros III
Es un poema hecho en símbolos. Me deja en ascuas porque la visión es aterradora. Me ha parecido en su tono extasiado, al tono y forma de Ezequiel. Pareciera la realidad espiritual del mundo compungido. Pareciera los estragos del traumatismo humano. Pareciera, en todas sus imágenes simbólicas, la pregunta misma luchando por entender la locura, la desesperación, la pérdida de la esperanza. Es un poema doloroso que parece hablar de humanos, de humanoides, de demonios, de ángeles. Seguramente es más su nivel de inspiración. Algo notable es que el poema está revestido en lenguaje simbólico y en emulación bíblica. Por todas esas cosas es único en este tiempo. Si hubiera una cita de cabecera...pero no la hay indicando que es un acertijo quizá para ser figurado y dejarnos inquietos. Me gusta mucho, Raul. Consigues imágenes de gran poder sugestivo. Abrazos, E.R.A.Raul Muñoz escribió: ↑Jue, 30 May 2024 13:17 viewtopic.php?t=41152
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Todo esto ha tenido lugar mientras andaba descalzo sobre los abrojos y las serpientes languidecían por la ebriedad de los cielos, vigilados por las cuatro cabezas de custodia en parte animal en parte consciente de sí, cabezas rubricadas de los días pasados en la contemplación de la montaña sagrada.
Tenían los pasos ruedas con dientes de piedra caliza hundida en el mosto subterráneo, fluían en sus ojos infantiles las corrientes por galerías hasta la extensión del lago donde de espaldas leía su vivo reflejo, animado de oscuridad, ensombrecido bajo el árbol con ramas de hilo y hojas de estiércol.
Iban sus pasos giratorios adquiriendo el volumen y la fisonomía a contraluz del manto sublime, corría con más ilusión al extender las manos con tal de aparecer tocando el cuerpo sublime bajo el manto azul, hincando el fuego del contorno de las manos a la encía del animal.
Temblaba al intuir algo sin forma que lo poseía como una pregunta sin formular que escapaba a su infancia.
Tenía las bendiciones, pero la carga de la verdad sin la pregunta apropiada hundía sus huesos en aquella espesura de bosque sin luz bajo roca caliza.
Mas no encontraba límites al número cuatro y tampoco el proceso tenía conciencia de sí como punto neurálgico triangular; aún corrían elefantes en blanco y negro por la neblina de la nuca en la parte posterior del cerebro.
Al punto que las visiones salvajes lo hicieron temeroso en la Santa Cova de Montserrat, punto de inicio y fin de la infancia robada; esfinge donde iba a yacer postrado en crepúsculos y en cuentas del rosario sin fin amaneciendo a la contemplación de la doncella con el libro donde en letras doradas grabamos su nombre, imperecedero en los caminos, subido a las ruedas con el hato de serpientes depositadas en su tez hundida, a la entrada, sintiendo los latidos invisibles de la tierra, que hizo de Él la conciencia del animal, multiplicando dos por dos cuatro - mitad de ocho.
Visitado en sueños por animales proféticos con aspecto humano. Acompañado por ángeles en la ascensión, ángeles con aspecto humano.
Enhiesto en el fuego con sietes espadas de incandescencia perforando su corazón dañado hasta la extenuación y el desvanecimiento frente a lo intocable sin forma alguna, ni animal, ni humana o angélica, solo comienzo imposible no habiendo final; imposible pregunta de la impotencia sin infancia del hombre perdido, robado a los cielos.
Aquí sí hacemos estruendo en sus oídos calmando la sed de justicia que lo habita y sofocando la ira de sus ojos cárdenos.
Comienza a ver un punto encendido en mitad del triángulo. Ascienden los pájaros tirando de las muñecas y cae en la perplejidad.
Pacientemente vamos metiendo las cánulas de vidrio por los oídos tocando los tímpanos juveniles del desconcierto, hasta anestesiar el furor de su cuerpo o corpúsculo sin importancia alguna para la conciencia en expansión.
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Re: Nada existe sin nosotros III
- Julio Gonzalez Alonso
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