Alejandro Costa escribió: ↑Jue, 14 Mar 2024 19:01
Antes de abrir la noche,
entrego la nostalgia de mis horas
al pie de los umbrales del deseo
que derrama la aurora de la alborada
en los adoquines entintados de oscuridad.
Me irrita el vello de los huracanes
reptando como serpientes en celo,
en la flor que nace en el fuego
y llora infeliz ante su tallo calcinado.
Deja el mal que te aflige,
las columnas que aguantan el peso
de un infierno sin trono ni reino.
Yo, soy yo,
tú, tan solo el miedo
destructor de la sensatez,
la luz que descubre las tinieblas
que acurrucamos en las almohadas,
aquellas que dibujan pesadillas atormentadas.
Hay tantos jardines imaginarios en la mente
que enferman a los álamos sus hojas,
aglutinando vientos indomables
en los páramos que veneran la oscuridad,
el veneno y las sábanas arrastradas
junto a las rosas marchitas.
Más hoy venero un altar
que no humille mi fe,
el rojo ensangrentado de mis labios,
la flor de mi indulgencia,
ni ningún miedo que me arroje a los infiernos.
Y hoy,
por fin,
me siento libre entre las hojas de los álamos,
el viento que las mueve,
y las rosas que aromatizan
los páramos del sol.