
El oblicuo resuello de la debacle
me enseñó a resucitar las uñas en tu piel,
a erguirme desde la raíz del viento,
a caminar sin augurios,
a llegar al futuro mientras se despedaza,
frágil, como roto, sin cálculos,
lo que viene siendo una conjetura.
Y ahora que hemos fracturado los tiempos,
el orgullo del cristal se arma, sin rostro, sin mirada,
contemplamos lo traslúcido del hueso y la sonrisa.
Ahora que el ahora es un sudario,
nuestras almas pululan, se remueven,
mientras el cuerpo de la tempestad llueve sangre.
Ahora que quedamos en nada,
en relámpago de mundo,
busco mis huellas en un significado,
en este devenir que no puedo evidenciar,
en la fantasía, en la quimera.
¿Conoces la sensación de no querer imaginar un mundo diferente?
¿Necesito amarte hasta siempre para ello?
¿O acaso ya lo hago?
¿Cuántas veces habré venido de vuelta de...
algo que no seas tú por una simple pestaña?