hermosa
nos contempla y muy sublime
exprime
desde siglos, sin quebranto,
su encanto
de obra de arte. Un sutil manto
custodia fiel su secreto,
aunque tras su parapeto
hermosa exprime su encanto.
(LA OBRA DE ARTE – Horaci O’Clock)
Sedientos o tranquilos,
un mundo gira en sus bordes
por el que a veces
transita la palabra que,
rompiendo silencios y soledades,
nace a la luz
como música
o solo su apariencia.
Son la llave más íntima
cuando sangran la pasión de las flores
dos cuerpos entrelazados
o llagas reclamando
besos palpitantes a la vida.
Y como dulces cerezas,
que seducen al ocaso y al alba,
acunan sonrisas
y calman el llanto sellando heridas
o mudos de dolor
acallan los recuerdos que queman
o si surgen serpientes,
insectos y maldades
es porque el deseo se corrompe
y con inocencia ya no pueden besar
ni gritar con lengua inagotable
donde el amor habita.
Y como corazones
ahogándose en la ausencia
saben a vino agrio
y se arrastran por el suelo
besando calaveras
y el rostro del huracán
o escupen veneno que,
como el viento oceánico,
perfora y aniquila extensiones
o se arman de olas para la batalla
si la vileza, reino del patriarcado
y parapeto del cobarde,
hace que crezca el alijar;
mas cuando adquieren
la urdimbre del cielo,
vierten como un filo de luz
desde sus comisuras alegres
sueños o estrellas
de universos insondables.
Bien sabe el poeta, camino del exilio,
que ha de guardarlos por si vuelve.