como un pierrot desmaquillado
que se abraza a la cola que tiembla en otra luna
para encontrar tu destello en la noche del índigo
que hunde su soledad en un canto oscuro
para llevar tu timidez antigua a un rincón de los lienzos
que esbozan un corazón amortajado
en una cometa inocente y desnortada
que nunca llega a alcanzar el lugar alto en donde sueñas,
Miro, sin llegar a cansarme, una fotografía tuya que parece perdida, pero siempre aparece, desafiando mi lujuria, abriendo la huella que me lleva a tus brazos. Esa fotografía nunca será pasado, vuelve a latir cada vez que te miro, cada vez que dibujo un corazón con un te quiero que emerge de la luz.
Estás ahí, esperando ese autobús que se ha perdido, sé qué estás soñando con el reloj ambiguo de la plaza y qué miras sus cuerdas sin importarte las horas. Llevarás en el rostro las arrugas del levante, pero dejarás que me muera sin tu sonrisa, siento haber profanado la imagen de tus caderas; miraré el horizonte que has cerrado para mí.
(Conversaciones con Laura - Diciembre del 23)