Te espero cuando la noche se haga día,
suspiros de esperanzas ya perdidas.
No creo que vengas, lo sé,
sé que no vendrás.
Sé que la distancia te hiere,
sé que las noches son más frías,
Sé que ya no estás.
Creo saber todo de ti.
Sé que el día de pronto se te hace noche:
sé que sueñas con mi amor, pero no lo dices,
sé que soy un idiota al esperarte,
Pues sé que no vendrás.
Te espero cuando miremos al cielo de noche:
tu allá, yo aquí, añorando aquellos días
en los que un beso marcó la despedida,
Quizás por el resto de nuestras vidas.
Es triste hablar así.
Cuando el día se me hace de noche,
Y la Luna oculta ese sol tan radiante.
Me siento sólo, lo sé,
nunca supe de nada tanto en mi vida,
solo sé que me encuentro muy sólo,
y que no estoy allí.
Mis disculpas por sentir así,
nunca mi intención ha sido ofenderte.
Nunca soñé con quererte,
ni con sentirme así.
Mi aire se acaba como agua en el desierto.
Mi vida se acorta pues no te llevo dentro.
Mi esperanza de vivir eres tú,
y no estoy allí.
¿Por qué no estoy allí?, te preguntarás,
¿Por qué no he tomado ese bus que me llevaría a ti?
Porque el mundo que llevo aquí no me permite estar allí.
Porque todas las noches me torturo pensando en ti.
¿Por qué no solo me olvido de ti?
¿Por qué no vivo solo así?
¿Por qué no solo....
TELÓN OSCURO (Réplica a “Te espero”) (Mario Benedetti)
Perdí el labriego ser de tu corcho arrugado
¿me esperas?
¿Aun cuando tus tinieblas siguen dolidas,
enfermas y sin voz?
Tu dolencia es un grito hacia ningún lugar,
es la soledad encapsulada en un recuerdo,
un matiz sin despedida,
una distancia infinita que yace muerta.
Siempre creíste saber todo de mí,
creías poseer el poder de la sabiduría,
eras esa imagen de egocentrismo
que escondía temor envuelto en hipocresía,
el brillo de la corona de tu mundo imaginario.
No iré, no volveré,
destruí el mapa de regreso,
borré de mi mente la red de tu trampa,
aquellos besos fríos que inundaron los días,
aquellos abrazos sin sentido, sin alma.
Hiciste de mi vida un telón oscuro,
un ágape constante,
sin nada que celebrar, sin nada que compartir.
Nunca vi brillar el sol,
siempre quedó oculta la luna,
en un eclipse constante.
La soledad es el abrigo que te cubre,
donde guardar tantas ofensas,
tantos sueños desmenuzados
y que ahora son el castigo de tu esperanza.
No me esperes,
el alba paró la maquinaria de aquel reloj
donde tú creíste en ti,
yo, aguardaba un cambio que nunca llegó
y la vida hizo el resto.
En las noches comienza a lucir mi luna,
a rociarme una lluvia de estrellas,
a correr definitivamente ese telón de mi tortura.
Ahora, tus pensamientos, tus recuerdos,
tu soledad,
funden las cadenas de tu pena.