de la casa nueva
a la que le pones
lo que a tu alma alegra;
cuadros y platitos,
sillones y mesas,
llenas sus placares
preñas la catrera
y pasas la vida
esclavo en la gleba
pagándole al banco
con parné o tarjeta;
mientras se hace tuya
y de amor la llenas.
El Gong que nos dice
que es tiempo de pena
nos hace mirar
de cerca la escena
y entonces comprendes
que tus vellocinos
condensan la esencia
de aquello que fuiste;
cual fuera tu empresa.
Que somos mortales
y que lo que queda
es un rastro tenue...
al fin somos greda.