entre las que se incluye el fervor de los truenos
-Ese reflejo oculto de la luna,
serpentina de voz desvencijada.-,
que atraganta la faz del universo.
El griterío alarga intermitencias
mientras diluvian cielos y confines
y se otean relámpagos que ascienden como dioses.
Su extensión distendida y rimbombante
puede ser un destello compuesto por silbidos,
y esa inercia quizá se busque en estaciones
que vagan sin aliento.
¿Dónde?
¿Dónde las he perdido?
¿Dónde perdí las casas del desánimo?
¿Y el alma de los árboles mecidos?
¿Y el oído invisible de esa imagen?