La oscura realidad de mi existencia.
Negror sucio e impertinente.
El telón de otro día arruinado.
EL ROCÍO (V)
¿Por qué llora la noche?
¿Acaso es incapaz de alimentarse de estrellas?
Nunca he entendido su mensaje,
siempre he visto resbalar sus lágrimas
amarradas a los cristales de mi penal.
Mis ojos deciden acompañarlas.
EL CIELO (VI)
El algodón me incita a la belleza,
mientras un cielo en paz consigo mismo
dibuje un azul adornado de blanco puro.
Pero casi nunca es así.
Las terrazas se oscurecen,
más allá de la inmensidad de un azul irreal.
Mi cielo nunca supo vestirse de gala.
LA LUZ (I)
He mirado tantas veces atrás,
que mirar hacia delante me deslumbra.
LA MAÑANA (II)
Naces ¿Para qué?
Ese matiz de blanca imagen,
iluminando paisajes, personas, cielos descamados,
¿para qué?
¿De qué le vale una flor marchita a la abeja?
¿Un estanque arruinado al pez?
¿De qué le vale tu luz al ciego?
¿De qué me vale tu fulgor ante mi demencia?
LA TARDE (III)
Penumbra separada entre cortinas.
No hay adiós, ni bienvenida,
tan solo vigilia forzada del deshielo diario.
Ni llantos, ni alegrías,
corazonada ultrajada del silencio más oscuro.
Ni más hoy, ni más ayer, ni más mañana,
sotana oscura del crepúsculo sin dioses.
Y de nuevo, callado, cansado y herido.
LA NOCHE (IV)
La oscura realidad de mi existencia.
Negror sucio e impertinente.
El telón de otro día arruinado.
EL ROCÍO (V)
¿Por qué llora la noche?
¿Acaso es incapaz de alimentarse de estrellas?
Nunca he entendido su mensaje,
siempre he visto resbalar sus lágrimas
amarradas a los cristales de mi penal.
Mis ojos deciden acompañarlas.
EL CIELO (VI)
El algodón me incita a la belleza,
mientras un cielo en paz consigo mismo
dibuje un azul adornado de blanco puro.
Pero casi nunca es así.
Las terrazas se oscurecen,
más allá de la inmensidad de un azul irreal.
Mi cielo nunca supo vestirse de gala.