
Sobre un marco en la enredadera
colgaban mis vestiduras y mi primera vez.
La primera vez en nubes de krill,
las aguas oscuras encarnaron la luz de la espiga,
una ballena azul brillaba
dejando su rastro sobre el arcoiris de Plutón,
(adiée de la primera vez)
La flama se impregna,
la pluma ave del tiempo,
la rectitud del horizonte no existe,
ni en la tierra plana se deja atrás
la condensada impresión de la primera vez
por ir en pos de búsqueda,
de algo tangible para metamorfosear,
ese también es el fondo de la noche,
yo,
tremendamente absorta en el oleaje del infinito,
junto a las antípodas,
la sepultura iluminable regresa entre piedras,
a su inexpresable fulgor,
la primera vez de orígen ignoto
se olvida en pos del enclave,
nadie es nadie sin nadie,
hasta que se abran las alas de la mariposa,
la percepción de la primera vez
es una metamorfosis igual de olvido,
dejar la primera vez es no obstante
impartible,
fondo oscuro, fulgurante sepulcro,
oriunda noche del mar
sepultada en las nubes.
(Bocanada)
E. R. Aristy